En una aldea próxima a
Carboeiro vivía, hace muchísimos años, un matrimonio de pescadores que tenía
una sola hoja. Una día en que la madre la bañaba a la orilla del mar, como de costumbre,
ocurrió algo sorprendente: la niña se escurrió de sus manos y, dando un salto,
se sumergió en el agua, para aparecer momentos después sobre la superficie,
transformada de una manera prodigiosa. La madre, que se había quedado
horrorizada al ver desaparecer a su hija debajo del agua, sintió una alegría
tan grande al recuperarla, que apenas advirtió el cambio: la niña estaba mucho
más hermosa y su rostro se animaba con una extraña alegría.
Aunque la pescadora
olvidó pronto este incidente, dio mucho que murmurar a las vecinas. Se decía
que el destino de aquella niña era convertirse en sirena. Y he aquí que la
predicción se cumplió.
Con el tiempo, llegó a
ser la más hermosa doncella de la comarca. En cierta ocasión, conoció a un
joven, sobrino del oidor de Athouguía, que logró enamorarla y seducirla. Su
deshonra le produjo tal humillación y tal vergüenza, que poco tiempo después
moría, aniquilada por el dolor. Y la bella hija de los humildes pescadores fue
enterrada en el atrio de la iglesia de la Victoria , próxima a Carboeiro.
Cuenta la tradición que,
cuando algún tiempo después el joven seductor caminaba alegremente hacia su
casa, de vuelta de una fiesta popular, oyó una voz que cantaba una canción
fúnebre.
A la orilla del mar,
sentada a la entrada de una cueva, divisó a la que cantaba: era una mujer hermosísima,
que guardaba un parecido extraordinario con su amante muerta.
Sorprendido por tal
aparición, se acercó silenciosamente; pero, antes de llegar a contemplarla más
de cerca, ella advirtió su presencia, y se sumergió en el agua.
A la noche siguiente, el
joven volvió al mismo lugar, y encontró a la misma misteriosa criatura. Esta
vez, ella esperó a que se acercase y, cuando estuvo a su lado, le abrazó
fuertemente, pronunciando estas palabras:
-Llegó la hora de la
venganza.
Al mismo tiempo, se
desencadenaba una terrible tempestad, y el mar embravecido arrastró a los dos
seres, estrechamente enlazados.
Días después, apareció el
cuerpo del seductor junto a una duna de arena, donde el mar lo había
depositado. Nadie volvió a ver a la misteriosa mujer; pero todavía, en las
noches de luna llena, cuando el mar está en calma, se oye una voz que canta
canciones amorosas y sentimentales, que hacen llorar a cuantos las escuchan.
Es la hermosa seducida, que se ha transformado en sirena y que canta en la
cueva desde donde el mar se llevó el cuerpo de su amante.
096. anonimo (portugal)
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