La
antigüedad grecorromana nos ha dejado una abundante serie de leyendas y fábulas
que sirvieron de inspiración a literatos y artistas.
De todos
los personajes míticos destaca Hércules o Heracles[1],
semidiós, hijo de Júpiter y Alcmena, cuya vida se caracteriza por el infortunio
y el heroísmo. Sus grandes trabajos en pro de la humanidad y por la
exterminación de monstruos y bandidos constituyen el mito de la historia del
hombre.
El culto a
Hércules fue muy significativo en aquellos tiempos remotos en que la fuerza
física tenía un aprecio fundamental.
La
tradición barcelonesa señala a Hércules como fundador de la ciudad. Según
cuentan antiguas leyendas, Hercules emprendió una expedición marítima con nueve
embarcaciones. Una terrible tempestad las sorprendió, y ocho de ellas
desaparecieron en los abismos marinos. El héroe pudo salvarse y aunque estaba
herido alcanzó una de las barcas y pudo llegar sin novedad a la playa, ubicada
entre el Besós y el Llobregat.
Satisfecho por
el feliz acontecimiento y admirando la belleza de aquellos parajes, Hércules
decidió fundar en aquel sitio una gran ciudad. Así lo hizo en el mismo lugar en
que actualmente está Montjuic.
Otra
tradición nos habla de las «Columnas de Hércules», mezcolanza geográfica e
histórica que ha permanecido en el acervo de la mitología hispánica.
Se dice que
en su viaje al Jardín de las Hespérides, Hércules separó el norte de Africa del
sur de Europa y colocó allí los límites del mundo.
Las
columnas de Hércules son dos promontorios: el monte Calpe al norte y la roca de
Abila al sur, que se encontraban al entrar en el estrecho de Gibraltar viniendo
del Mediterráneo.
Otra
leyenda hace referencia a la «Torre de Hércules». Según ella, Hércules
perseguía a Gerión su gran enemigo, con objeto de vengar una afrenta inferida a
una de sus hermanas. Gerión pudo escapar y Hércules le persiguió desde Cádiz
hasta muy cerca del sitio en que actualmente se encuentra La Coruña.
Gerión y
Hércules realizaron esta travesía en un frágil barquito de mimbre forrado con
pieles de buey. A pesar de que ambos hombres eran muy fuertes quedaron
totalmente agotados.
Gerión
había logrado adelantarse lo suficiente a su perseguidor y como estaba muy
cansado decidió tomar tierra entre los intrincados huecos de las rocas. Con su
embarcación construyó una choza y se dispuso o descansar. Estaba convencido de
que había logrado despistar a su enemigo. Oteó el horizonte y no vio rastros de
la barquilla de Hércules. Confiado, se tendió en el suelo y se durmió en
seguida.
Sin
embargo, Hércules había seguido remando animosamente, y, al no ver por parte
alguna la barca de su enemigo, también él decidió pasar la noche en tierra y
descansar de las fatigas de aquel viaje tan largo. La casualidad hizo que
atracara en un lugar muy cercano al de su enemigo. Pero al revés que Gerión, no
pudo dormir en toda la noche. Sus nervios y su impaciencia por encontrar a
Gerión le impidieron conciliar el sueño como habría sido su deseo.
Tan pronto
despuntó el día lo primero que Hércules vio a poca distancia fue la improvisada
choza de Gerión. Éste había creído portarse de forma inteligente, pero el
destino quiso que de nada le sirvieran sus tretas.
En un
principio, Hércules no sospechó que en aquella choza pudiera estar su enemigo; más
bien creyó que era la cabaña de algún pescador, y como tenía hambre se encaminó
allí para pedir alimento.
-¿Teneis
comida, buen hombre?preguntó Hércules.
Nadie
contestó. Gerión seguía durmiendo a pierna suelta.
-¡Eh!
¿Quién está aquí? ¿No me oís?
El mismo
silencio por respuesta.
Hércules no
esperó más. Entró en la choza y retrocedió asom-brado. Allí estaba su enemigo.
Podía haberle matado sin esfuerzo, pero Hércules era generoso y noble. No era
capaz de un acto así. Decidió advertirle sin miramiento alguno.
-¡Vamos,
Gerión! ¡Despierta! ¡Soy Hércules! Ya no podrás huir otra vez. Tendrás que
luchar conmigo. ¡Vamos! ¡Estoy dispuesto!
Por fin
Gerión despertó y su asombro no tuvo límites.
-¿Eres tú,
Hércules?
-El mismo.
Y creo que sobran las palabras. Estabas a mi merced, pero aunque eres un infame
no quiero matar a nadie sin darle la oportunidad de defenderse. Conque, ¡vamos!
Espero que no serás un cobarde y lucharás conmigo.
Gerión y
Hércules se enzarzaron en un terrible combate, que según la leyenda duró tres
días con sus correspondientes noches. Esto sólo tiene explicación si añadimos
que si bien Hércules era más fuerte que Gerión, éste era más ágil y diestro.
Pero al cabo de tres días, Gerión quedó exhausto y Hércules acabó con él.
El héroe
enterró a su enemigo y sobre estos despojos levantó la torre que ha llevado su
nombre a través de los siglos para que siempre se recordara la victoria que
Hércules alcanzó sobre su enemigo Gerión.
Leyenda mitologica
Fuente: Roberto de Ausona
0.003.3 anonimo (españa) – 024
[1] Hércules, en la mitología
romana; Heracles, en la mitología griega.
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