Don Rodrigo es el último Rey godo. Su vida, su derrota
y su muerte, han dado origen a varios ciclos de romances y leyendas. Los
escenarios se reparten por casi todos los lugares de España. A Extremadura le
ha correspondido una destacada parte. Algunos, incluso, quieren que el
desdichado Rodrigo, después de su humillación en Guadalete, cruzara huyendo
media España para hacerse fuerte en Coria, la bella ciudad de Cáceres,
amurallada y caballeresca, muy propicia para estas intenciones.
Los siglos posteriores no pudieron digerir con facilidad
que unos cuantos millares de sarracenos (se habla de sólo 7 000 en la primera
oleada), fueran los artífices de una conquista tan amplia y tan fulgurante. Se
buscaron por ello razones, causas, complicidades que justificaran o
explicaran la derrota. Fue la vida privada del desdichado Rey la que propició
las raíces últimas de los hechos analizados.
El principio desencadenante, como siempre, fue una muj
er.
El Conde don Julián, Señor de villas, municipios y regiones,
lo era también de Tánger, valuarte inexpugnable del otro lado del estrecho.
Estaban en sus manos las llaves que abrían o cerraban
este paso angosto de 14 kilómetros.
El Conde tenía una hija tan hermosa y tan atrayente que
el Rey Rodrigo no podía apartar de ella sus lascivos ojos.
El pueblo llamaba la Cava "a aquella incomparable beldad que
sorbiendo el seso al postrer Rey godo, dio ocasión a la perdición de
España".
Cuando don Rodrigo consiguió sus propósitos lujuriosos,
"el Conde se sintió injuriado por la afrenta".
"Como era Príncipe muy poderoso en España, así de
la otra parte del mar como de ésta, juró vengarse de la afrenta".
Por desgracia, el juramento lo cumplió. "Procuró
este renegado Conde don Julián con el malvado y renegado Obispo don Opas, que
entrasen los moros en España y la destruyesen y sojuzgasen".
Pero, ¿dónde ocurrió esa afrenta? ¿En qué lugar la sedujo?
¿Cuál fue la suerte de Cava? ¿Dónde lloraba su equivocación y su des-honra?...
Cuando la historia se calla, contesta la leyenda.
El lugar más favorecido es, otra vez, Extremadura, a
la sombra misma de Monfragüe. Vamos a copiar la respuesta de Publio Hurtado:
"A un kilómetro de distancia, y hacia la parte de
Poniente del pueblo de Torrejón el Rubio existen las ruinas de un castillo,
al que conduce una calleja formada por las paredes de los cercados de
extramuros de la villa denominada CALLEJA DE LA CAVA.
"En aquel castillo la sitúan los antiguos
viviendo y después llorando, porque `aquella fortaleza fue en tiempos muy
remotos la mansión del Conde donJulián' y`de su bonita hija'.
"De ella se enamoró un magnate muy poderoso, el
Rey don Rodrigo. De tales relaciones nació un infante, encantado y encan-tador.
"Encantador por la singular hermosura, heredada
de su madre.
"Encantado porque `aquel desventurado niño le
costó a su padre la pérdida del reino'. Y el niño desde que se enteró de su
suerte, `apostándose por las noches en uno de los desportillados de la
fortaleza, atrapa a cuantos muchachos tienen la inadvertencia de pasar a tales
horas por las cercanías y los mete en el castillo'.
"Intenta `formar un ejército poderoso y
reconquistar el trono de sus mayores'."
Todavía hoy, a pesar de que apenas si existen señales
de los muros, las madres de Torrejón el Rubio no permiten que sus hijos de
corta edad vayan solos y en la noche hasta el final de la Calleja de la Cava. Saben que allí
puede surgir en cualquier momento el espíritu encantado de aquel otro niño,
hijo de la Cava
y de don Rodrigo y llevarse el suyo para formar parte de ese ejército que está
creando para la conquista del reino perdido y que por herencia le pertenece.
FUENTES:
-"Supersticiones
extremeñas", por Publio Hurtado. Año 1902. Biblioteca Pública. Cáceres.
-Tradición
oral proporcionada por los niños de la Escuela Nacio nal de Torrejón el Rubio.
Fuente: Jose Sendin Blazquez
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anonimo torrejon el rubio-extremadura
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