Después de
la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo en el Gólgota para la salvación
del género humano y de su Gloriosa Resurrección tuvo lugar la predicación de
los apóstoles por todo el mundo. Uno de ellos, según la tradición, Santiago el
Mayor, hijo del Trueno, vino a España a evangelizar a los naturales del país
que aún creían en los falsos dioses del paganismo.
En lo
referente a Santiago el Mayor la leyenda y la historia andan mezcladas. La
tradición indica los varios sitios de su ministerio pastoral con las diferentes
y varias anécdotas al respecto. Las crónicas, la historia y lo aceptado por la
Iglesia admiten que Santiago estuvo en España y que sus restos se guardan en
Santiago de Compostela. Hecha esta aclaración para deslindar lo histórico y lo
legendario vamos a relatar las diversas leyendas sobre Santiago, actualmente
patrón de España, y que en Cataluña es conocido con el nombre de san Jaime.
Procedente
de la lejana Palestina[1],
Santiago desembarcó un día en las playas de la romana Barcino, al pie del
actual Montjuic. Era un hombre de aspecto humilde, alta estatura y robusta
constitución física, de mediana edad, larga cabellera y abundante barba, ojos
negros, cabellos blancos y vestidura pobre: túnica de lino y manto. Su aspecto
era agradable y simpático y sus ojos eran tan vivos como la fe que tenía en
Cristo. Su identidad pasó inadvertida a las autoridades romanas las cuales no
pusieron ningún impedimento para que entrara en la ciudad.
La misión
de Santiago era evangelizar a los habitantes de Barcino: darles a conocer la
nueva fe de Cristo y que renunciaran para siempre a los dioses paganos. Su
empresa era arriesgada, pues Roma no admitía otro culto que el de los Césares y
consideraba la nueva religión como peligrosa para el Imperio.
La primera
aparición pública de Santiago tuvo lugar en la cumbre del Taber, donde hoy se
levanta la Catedral Basílica, lugar no muy frecuentado en aquel tiempo, con
bosque de pinos y olivos.
El apóstol
Santiago pudo reunir un grupo no muy numeroso de oyentes, la mayoría curiosos.
Antes de empezar a hablar arrancó con su mano unas ramas de pino, las despojó
de sus hojas y formó una cruz que clavó en tierra.
Hay que
hacer constar que en aquel tiempo la cruz era un signo de ignominia que sólo
Jesucristo ennobleció con su martirio en el Gólgota y que desde entonces quedó
transformada en el símbolo de la redención humana.
El apóstol
Santiago se arrodilló ante aquella cruz y oró fervorosamente con la mirada
clavada en el cielo. Después empezó a hablar:
-Vengo de
Palestina, hermanos míos, para contaros muchas cosas que he presenciado. Hubo
un hombre llamado Jesús que predicó la buena nueva para todas las gentes del
orbe y dio su vida por toda la humanidad. Basta ya de odio y crueldad; sólo el
amor al prójimo podrá salvarnos, hermanos míos. El amor purificará al género
humano de todas las crueldades...
-¿Y quién
es este Dios que anuncia tales cosas? ¿Es que un solo Dios puede hacer tanto?
-interrumpió uno de los oyentes.
-Sólo un
Dios en el cielo y en la tierra. Jesucristo es Dios: Él fue crucificado, pero
resucitó y nos ha dejado su doctrina, una doctrina de amor y de esperanza para
todos los hombres sin distinción de razas y de condiciones.
-Los
esclavos y siervos, ¿pueden ingresar en esta religión? -preguntó otro de los
presentes.
-Así es,
hermanos. Todos pueden ser de Cristo, todos pueden creer en ese Dios único que
viene a desmentir las creencias paganas. Sólo un Dios en el cielo y en la
tierra, hermanos. Por eso he venido yo de tierras lejanas para proclamar esta
verdad, esta única verdad...
Y en
términos semejantes, en lenguaje sencillo, Santiago predicó todo aquel día y
los sucesivos. Aunque en un principio sólo consiguió éxitos parciales más
adelante llovieron las adhesiones y muchos barceloneses se convirtieron a la
nueva fe. Aquel hombre de aspecto rústico y sencillo sabía hablar con sabiduría
y lógica y sus razonamientos hicieron mella en el corazón de muchas gentes.
Santiago
permaneció algún tiempo en Barcino y luego se fue a otras ciudades para
continuar su labor de evangelización. Atravesó los campos del Duero y del Ebro
y en todas partes anunciaba las maravillas de que había sido testigo en
Palestina.
Según la
leyenda también estuvo en tierras leridanas. Muy cerca de la ciudad el apóstol
se clavó una espina en el pie y tuvo que sentarse a causa del dolor. Este sitio
es conocido con el nombre de «Pie del romero». Como sea que el accidente tuvo
lugar de noche y en medio de gran oscuridad el apóstol no conseguía sacarse la
espina por más esfuerzos que hacía.
-¡Señor
mío! ¡Ayudadme!
Aquel
accidente le imposibilitaba seguir su camino y Santiago necesitaba llegar
cuanto antes a la ciudad para su misión evangelizadora.
-¡Ayudadme,
Dios mío!
Dios oyó la
súplica de su fiel servidor y envió a la tierra a la Virgen María y a los
ángeles que acudieron en socorro del santo. Santiago vio a una Señora y a unos
chiquillos que llevaban un resplandeciente farolillo.
-¿Quiénes
sois? -preguntó el santo.
-Venimos en
nombre del Señor -replicó la Virgen. Has pedido ayuda y Dios jamás abandona a
sus fieles.
-Gracias,
Señora.
-Los
ángeles del cielo te sacarán la espina y podrás seguir tu camino.
Y en un
momento los angelitos sacaron la espina del pie del santo.
Cuando
Santiago quiso dar las gracias por su cura ya no vio ni a la Virgen ni a los
angelitos.
Santiago
prosiguió su camino y pudo llegar a Lérida sin novedad y conseguir nuevos
adeptos a la religión de Cristo.
La labor
pastoral de Santiago tuvo el fin previsto: el martirio.
Sus restos
descansan en Santiago de Compostela.
Cuando los
árabes se apoderaron de España los restos del ejército cristiano lucharon
bravamente en Asturias para guardar por lo menos un pedazo de territorio libre
de invasores. Al paso de los años el núcleo de don Pelayo fue aumentando en
número hasta llegar a constituir un reino. En aquella época el nombre de
Santiago fue el grito de guerra contra los moros. Y según cuenta la leyenda el
apóstol se apareció varias veces a los cristianos en medio del combate para
animarles en su lucha contra el infiel. El grito de ¡Santiago y cierra España!
fue muy usado en el período de la reconquista.
Leyenda religiosa
Fuente: Roberto de Ausona
0.003.3 anonimo (españa) - 024
[1] Como vemos, esta
leyenda está en contradición con la de «La imagen de la Moreneta», sobre la
supuesta llegada de san Pedro a Barcino y con el fervor cristiano de sus
habitantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario