El rey Alfonso VIII de León había llegado a Oviedo y
fue a orar a la iglesia del Salvador.
Al terminar se retiró a descansar.
Muy entrada la noche, una mano invisible llamó a las
puertas de la catedral.
-¿Quién es? -preguntaron desde dentro.
No se veía a nadie, ni nadie contestaba, pero el
aldabón de la portada seguía sonando. El propio obispo se acercó desde su palacio
y preguntó:
-¿Quién toca?
De pronto, de entre las sombras surgieron dos voces
que respondieron a la pregunta.
-Somos Fernán González y Rodrigo Díaz de Vivar
-respondieron dos hombres.
El obispo, maravillado, recordó a estos dos héroes
muertos.
Venimos a advertir al rey de que dentro de tres días
librará un gran batalla contra los moros en las Navas de Tolosa. Decidle que
nosotros le ayudaremos. Las sombras desaparecieron y, efectiva-mente, tres días
después tuvo lugar la batalla que el ejército del rey ganó con ayuda de dos
caballeros misteriosos vestidos de blanco.
999. anonimo leyenda
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