Hace mucho vivía en Polonia un santo varón llamado
Estanislao. Amaba a los animales y se comunicaba con ellos, por eso un lobo se acercó
a él para preguntarle si podía comer carne humana. Estanislao le contestó que
no, pero viendo la insistencia del lobo prefirió ser por una vez más listo que
el animal y le dijo que, en todo caso, debía comer carne de herrero y sólo de
herrero, y no de mujer ni de niño ni de viejo, porque cualquier otra carne
humana sería fatal para su salud. Así que el lobo se quedó con el aviso.
Oculto, el lobo esperó a que pasara por allí el
herrero. Pronto su olfato le indicó que se acercaba su presa y saltó ante él
con intención de atacarlo. Pero el herrero le pidió que antes de darle un bocado
le permitiese asearse, pues venía muy sucio de la fragua y seguro que sabría
mal. El lobo consintió y el hombre se alejó hasta un arroyo. Allí cortó una rama
gruesa que escondió bajo su ropa y entonces, haciéndose el desvalido, regresó
hasta donde le esperaba el lobo.
Justo cuando el lobo le iba a dar un bocado, el
herrero le pidió que le dejara secarse el pelo, y en cuanto el lobo consintió,
el hombre sacó el palo de entre su ropaje y se lió a garrotazos con el animal
hasta que lo dejó moribundo. Entonces pasó por allí San Estanislao que preguntó
al lobo si pensaba repetir su intento de probar la carne humana, a lo que el
animal contestó que, en adelante, preferiría la carne de cordero.
999. anonimo leyenda
No hay comentarios:
Publicar un comentario