Cerca de Estrasburgo vivió una mujer conocedora de
hierbas y brebajes sanadores.
Todos apreciaban a la curandera, pues era buena y no
cobraba por su trabajo, así que vivía pobremente.
Una noche, cuando ya se había tumbado a descansar,
llamaron a su puerta. Fue a abrir y se encontró a un nix: así se llamaban los
seres que vivían bajo las aguas.
El nix, sereno y amable, se dirigió a la mujer en el
idioma de los humanos, porque había venido a solicitar su ayuda.
-Mi mujer te necesita -dijo. Por favor, ven conmigo y
te pagaremos bien.
La curandera temía que le ocurriera algo malo, pero
sus ganas de ayudar fueron más fuertes que su miedo y siguió al nix.
Éste la llevó a un lago próximo y, al golpear las
aguas con su varita, se separaron y apareció una escalera por la que ambos
descendieron.
Abajo, en un bello lecho, reposaba una sirena que iba
a tener un hijo y necesitaba ayuda. La curandera, compadecida, utilizó su experiencia
para llevar el parto a buen término.
Cuando el nix devolvió a la mujer a su casa, le
entregó un gran puñado de paja en pago por sus servicios. La mujer lo tomó por
no despreciarlo... pero no le veía valor alguno.
Ya a las puertas de su casa, tiró la paja al suelo y,
¡oh, sorpresa! ésta se convirtió en hilos de oro valiosísimo. Desde entonces,
la buena mujer remedió su pobreza y también la de sus vecinos.
999. anonimo leyenda
No hay comentarios:
Publicar un comentario