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miércoles, 5 de septiembre de 2012

La limosna

Tiempo atrás, Arabia estaba llena de mendigos y los transeúntes no podían socorrerlos a todos. El sultán, preocupado, prohibió la mendicidad bajo la amenaza de cortar las manos a quien siguiera pidiendo y a quien fuera dadivoso. Pero en una pequeña ciudad, un pobre hombre desoyó el mandato del sultán y continuó pidiendo por el amor de Dios. Una joven de gran hermosura y generoso corazón, al verle, se compadeció de él y le entregó un pan.
Vio la escena un guardia real y, como era de ley, le aplicaron el castigo y cortaron las manos a la bella joven. Pasado algún tiempo, la madre del sultán, que permanecía soltero, decidió encontrarle esposa y encargó que buscaran por todo el país a las mujeres más bellas de Arabia y las trajeran a su presencia.
La más maravillosa de todas resultó ser la joven sin manos. La madre le contó el detalle a su hijo que, aún así, quiso verla.
Y al ver aquel rostro tan bello, al momento se enamoró de ella y la hizo su esposa. Eran felices y tuvieron un hijo, pero la envidia hizo que el sultán desconfiara de ella y un mal día la echó de su lado junto con el niño.
La mujer estaba triste porque sin manos no podía atender a su hijo, pero entonces apareció el viejo al que había dado el pan y, milagrosamente, sacó unas manos de un río y se las colocó.
-Esta es la recompensa por tu extraordinaria bondad.

999. anonimo leyenda

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