Hubo un tiempo en que la víbora, en lugar de reptar,
andaba erguida y presumía de ello, como suelen hacerlo los seres ruines. Pero Nuestra Señora, que aborrece la soberbia,
decidió convertirla en el más vil de los reptiles. Cierto día en que una víbora
paseaba por un viñedo, presumiendo de su porte, se burló de un humilde lagarto:
-¡Qué triste aspecto el tuyo, de reptil que sólo sabe
arrastrarse! ¡Fíjate en mi esbeltez!
Justo entonces Nuestra Señora, tomando en sus manos
uno de los más largos sarmientos de una vid, hizo el milagro.
Enfrentándose a la erguida y orgullosa víbora, y
esgrimiendo aquel palo, abatió al animal de modo que ya no pudo levantarse del suelo.
Y a rastras, como el lagarto, tuvo que aprender a partir de entonces a espiar a
sus víctimas antes de morderlas e introducirles el veneno que, desde aquellos
tiempos, se reproduce en su interior fruto de la ira.
Esta es la razón, según cuenta la leyenda, de que la
víbora se cuente hoy entre los reptiles y de que sea uno de los animales más
peligrosos y venenosos.
999. anonimo leyenda
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