En Transilvania está extendida la creencia de que
existen varios tesoros escondidos y circulan leyendas sobre ellos, estimuladas por
el hecho de que a menudo se encuentran monedas antiguas y otras riquezas.
El mayor de estos tesoros de leyenda se conoce como el
«tesoro de Darío» y los habitantes de la región dicen que está escondido en una
gruta. En un lugar llamado Mezo Band existe una caverna de la que cuentan que
era el hogar de un hada y sólo se podía acceder a ella cuando el hada salía a
buscar agua.
Cerca vivía un hombre que esperaba la ocasión para
enrique-cerse. Por eso, al ver cierta noche salir al hada, quiso comprobar si
dentro de la cueva había algún tesoro. Así decidido, entró en la caverna pero, antes
de encontrar nada, vio que el hada regresaba.
Salió corriendo, asustado, y en su precipitación tropezó
y la puerta se cerró pillándole un talón. El hombre, además de pobre, quedó
cojo para siempre.
Pero según la creencia, el «tesoro de Darío» no estaba
en aquella gruta, sino en las entrañas del monte Cziganyhavas. Son muchos los
buscadores que se esfuerzan en encontrar este tesoro, y más desde el año 1716,
cuando falleció un tal Paul Vargas, de humilde cuna y que se había enriquecido
de la noche a la mañana. Este hombre aseguraba en su testamento que él había
encontrado el gran «tesoro de Darío» y que lo había vuelto a esconder. Parece
ser que sólo se quedó lo imprescindible en vez de ser un manirroto.
Como no tenía descendientes, no se había visto en la
necesidad de entregárselo a nadie como herencia. Esas eran las razones, según
explicaba en su testamento, que le llevaron a volver a esconderlo en el mismo
lugar.
Por eso la gente de Rumanía sigue buscando aún el
tesoro de Paul Vargas, que parece no ser otro que el gran «tesoro de Darío»,
del que nada se ha sabido a ciencia cierta.
999. anonimo leyenda
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