Mikoula era un sencillo y buen campesino. Un día,
Volga, el fuerte guerrero que todos conocían, lo encontró y le lanzó un buen
augurio:
Dios te guarde y te permita arar los campos haciendo
surcos de un país a otro para que crezcan tus cultivos.
-Pocas veces salgo de mis tierras –contestó el
labrador, porque cierta vez que lo hice, al regresar los vecinos de la ciudad
cercana quisieron cobrarme derecho de paso y no tuve más remedio que pagarles a
bastonazos.
-Si eres tan fuerte -le dijo Volga- podrías venir
conmigo y formar parte de mis tropas.
-Bien, pero antes tiraré mi arado -repuso.
-No te apures, mis hombre lo harán -le aseguró el
guerrero. Y llamó a los cinco más fuertes para que cumplieran el encargo, pero
ni siquiera fueron capaces de levantarlo del suelo.
Mikoula, sonriente, tomó el arado con una sola mano y
lo arrojó a tanta distancia que llegó a perderse de vista.
Gracia a él, a partir de entonces la famosa hueste
guerrera del héroe Volga consiguió muchos éxitos.
999. anonimo leyenda
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