Gordios era un labrador con poca fortuna. Cada mañana
salía montado en su humilde carro a labrar su parcela. Cierto día vio volar
sobre él un águila que descendía como si fuera a atacarle, pero el ave se posó
sobre el yugo del carro y permaneció allí hasta que el buen Gordios desenganchó
los animales para descansar.
Sin entender el motivo de la actuación de la rapaz,
aquella misma tarde quiso el hombre acercarse a la ciudad para consultar a una divino
sobre la rara experiencia que había vivido aquella mañana en los campos.
De camino, encontró a una joven junto a un pozo y,
creyendo que era un ser fantástico del bosque, le contó su experiencia con el águila
y le preguntó si tenía algún sentido.
La muchacha le contestó que se trataba de un prodigio
y que debía ofrecer un sacrificio a Zeus cuando regresara a casa.
A cambio del consejo, Gordios invitó a la joven a su
humilde morada para ofrecerle un refrigerio mientras él hacía la ofrenda
prometida.
Aquel fue el principio de una relación que terminó en
boda.
Ambos tuvieron un hijo al que llamaron Midas. Cuando
ya era un joven valiente y bien parecido, estalló en Frigia un disturbio que
dividió en dos bandos a sus habitantes y algunos ciudadanos preguntaron al
oráculo cómo podían pacificar su tierra.
El oráculo les contestó que muy pronto un dios traería
un nuevo rey que haría cesar la guerra, y describió a un joven similar a Midas
como el elegido. Así que, al encontrar al joven, que se hallaba trabajando con
el carro y el yugo, lo proclamaron rey y de inmediato se declaró la paz en la
región.
En acción de gracias, Midas hizo consagrar el carro
con el que le habían encontrado y mantuvo unido a él el yugo sobre el que se había
posado el águila divina.
Desde entonces, llamaron al nudo del yugo «gordiano» y
nadie fue capaz de desatarlo. Se decía también que quien lo soltara lograría el
dominio de Asia. Años después fue el emperador Alejandro quien, de un certero
sablazo, cortó el nudo con una espada.
999. anonimo leyenda
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