España es única.
Y por supuesto,
¡diferente!
En 1869, las Cortes
Constituyentes pensaron trarisformar el templo de San Francisco el Grande en
Panteón Nacional por acuerdo unánime.
La discordía llegó en
seguida al tener que seleccionar los huesos ilustres que habían de ocupar los
doce primeros sepulcros. Se estableció, después de muchos cabildeos, una
primera lista que comprendía más de medio centenar de nombres consagrados.
«¿Qué te parece la
candidatura que han presentado los liberales? No figuran en ella más que
anticlericales y progresistas. Eso no se puede consentir, pues intentan como
siempre, manipular la historia. Nuestro grupo se opondrá con todo su peso
parlamentario. ¿Quién duda que Mengano es una gloria nacional? Pues no quieren
que se le seleccione» -decían los unos, poniendo el grito eh el cielo y
engolando su voz declamatoria.
«Es de verdadera risa la
serie propuesta por los retrógrados. ¿Y eso son glorias nacionales? Medianías
de segunda fila, nada más. ¿Dónde se va a comparar un Lope con un Calderón o un
Campomanes con un Gravina? ¡Basta ya de cerrazón por parte de esos señores
amantes de las cadenas y del oscurantismo! ¡Qué no nos impongan sus antiguallas!
Desde luego que esta vez no se saldrán con la suya» -afirmaban convincentes y
acalorados sus adversarios políticos.
Que éstos, que si los otros,
seguían en feroz controversia y se sacaban, para apoyar las respectivas
posiciones, los más absurdos argumentos de la manga al tiempo que citaban
precedentes no menos absurdos.
Intervino el presidente
de la Cámara
para intentar un consenso -entonces se denominaba «pasteleo», pero no tuvo
éxito el empeño a pesar de sus esfuerzos y de las numerosas reuniones que mantuvo
para ello.
Llegada la situación a
tal extremo se determinó que lo oportuno y procedente era votar.
Alguien escuchó la
determinación con verdadero estupor, pero es de justicia anotar que ello
constituyó toda una excepción. Se convocó a los señores diputados que fueron
depositando, emocionados; el correspondiente voto.
¿El resultado?
Fue éste:
Juan de Mena
Garcilaso de la Vega
Gonzalo Fernández de
Córdoba
Alonso de Ercilla
Juan de Lanuza
Ambrosio de Morales
Francisco de Quevedo
Pedro Calderón de la Barca
Marqués de la Ensenada
Ventura Rodríguez
Juan de Villanueva
Federico Carlos Gravina
Ninguno de ellos fue
seleccionado por unanimidad.
Algún diputado afirmó, al
estilo de Sancho Panza que, ni están
todos los que son ni son todos los que están. Y ahora viene el chusco
final. Los elegidos no llegaron a ocupar su sepulcro porque los sepulcros...
NUNCA FUERON CONSTRUIDOS:
127. anonimo (madrid)
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