En 1972, la piqueta
demoledora acabó de destruir la muy famosa casa del Pastor qué dio cobijo al
primer ayuntamiento de la
Villa.
Casón, por sus
dimensiones y trazas, situado a la entrada de la calle de Segovia con vuelta a
la cuesta de los Cañós Viejos, también denominada de los «cojos», precisamente
por ser éstos los llamados a no transitarla jamás. En la cara de poniente
presentaba el más antiguo escudo pétreo de Madrid con todos sus postizos
legendarios. Fue construida esta casa a finales del siglo XVII. Por las excavaciones
realizadas, cabe suponer que sobre esta cimentación se irguió, siglos ha, una
pequeña almudena de donde partían cinco caminos sub-terráneos que terminaban en
otros tantos lugares del Magerit de entonces.
Pocos años después de la
construcción del casón, era ya su propietario un arcediano llamado don José
-don José a palo seco-, dedicado al servicio de Dios y del prójimo menesteroso.
Al cabo de algún tiempo cayó víctima de su última enfermedad. Llamó al
escribano para hacer testamento. Como terminara su exposición sin mencionar
para nada aquella casa, se le preguntó a quién la otorgaba.
-A quien Dios, dispusiere
-repuso.
-No sirve tan incierta
donación sino que hay que hacerla de forma expresa.
-Deme, señor escribano,
papel y pluma.
Se le dio lo que
solicitaba y escribió unos renglones, doblando después el pliego, y lo entregó
al letrado con el ruego de que lo metiera en un sobre y que fuese cerrado y
lacrado, disponiendo que no fuese abierto hasta después de su muerte.
Pocas fechas más tarde se
produjo el óbito y, luego, fueron rotos los lacres ante testigos. El escribano
leyó esto:
Es mi firme voluntad que herede la casa, la primera persona que en el
amanecer siguiente a mi muerte, entre en la Villa por la Puerta de la Vega.
Para cumplir tan
peregrina disposición, una hora antes del alba, se apostaron el escribano y
varios testigos en el pasadizo interior de la famosa Puerta. Cuando el sol
comenzó a dorar los tejados de la
Villa , un pastor, ya maduro, con garrote y perro, fue el
primero que traspasó la Puerta
de la Vega , y,
horas después, se hacía cargo del inmueble, no sin lamentar que se le hubiesen
escapado las cabras mientras se realizaban las correspondientes formalidades
legales.
Hay una añadidura a este
suceso que le confiere carácter pro-videncial: años antes, este mismo pastor
había dado cobijo, en su chozo carpetano, al señor arcediano, huido de la Villa por acusacio-nes
relacionadas con la
Inquisición que luego resultaron infundadas.
127. anonimo (madrid)
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