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viernes, 7 de septiembre de 2012

La leyenda del drago milenario

Una tarde en la remota antigüedad, cierto navegante mercader llegaba de las costas mediterráneas en busca de sangre de Drago, producto muy en boga y de gran importancia en la elaboración de ciertos preparados y brebajes de la farmacopea, y desembarcó por la playa de San Marcos, en Icod de los Vinos, para llevar a efecto su lucrativo propósito.
Estando ya en la playa, sorprendió allí a damas de esta tierra, que conforme al rito tradicional se bañaban solas en el mar aquella tarde veraniega.
El intruso navegante las persiguió, logrando apoderarse de una de ellas. Ésta trató astutamente de conquistar el corazón del extraño viajero para mejor buscarlo y lograr huir, y mostrándole signos de consideración y amistad le ofreció algunos hermosos frutos de la tierra.
Para aquel navegante que venía tras de la sangre del Drago, y traía metido en la imaginación y en el alma el mito helénico de las Hespérides, los frutos que aquella dama de la tierra le ofreciera pudieron muy bien parecerle las manzanas del mítico jardín. Mientras él comía gustosamente desprevenido, la bella aborigen saltó ágil al otro lado del barranco y a todo correr huyó hacia un bosquecillo cercano en donde se escondió tras la arboleda.
El viajero, sorprendido al principio, trató de perseguirla de cerca, pero vio con sorpresa que algo se interponía en su camino, que un árbol extraño movía sus hojas como dagas infinitas, y que su tronco, parecido al cuerpo de una serpiente, se agitaba con el viento marino y que entre sus tentáculos se ocultaba la bella doncella guanche.
El navegante lanzó el dardo que llevaba en sus manos contra lo que a él le parecía un monstruo. Con mucho miedo y asombro, vio que, al quedarse clavado en el tronco, del extremo de su dardo empezó a gotear la sangre líquida del Drago.
Confuso y atemorizado el hombre huyó laderas abajo, se metió en su pequeña barca y se alejó de la costa. En el fondo de su corazón iba pensando que a quien había sorprendido en el jardín era a una de las Hespérides, a la que había salido a defender el mítico Dragón.

101. anonimo (canarias)

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