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viernes, 7 de septiembre de 2012

Amargura en pupilas femeninas

Un hecho. perdido ya en los oscuros arcanos del túnel del tiempo.
Todavía no estaba construida la Plaza Mayor, tan siquiera Madrid era capital y la Reconquista proseguía en su última etapa.
El rey Alfonso XI, que ya poseía señorío sobre Madrid, había ordenado alzar mesnadas para acudir al sitio de Algeciras. El lugar de la concentración, más o menos, don­de se expande en la actualidad la calle del Siete de Julio. A los mozos que se aprestaban para marchar se unían las lágrimas de las madres, de las novias y de las hijas de los que iban a partir, que se elevaban en clamor de duelo.
-¡Con qué tristeza lloran las madrileñas! ¡Con qué amargura! -exclamó el Arzobispo de Toledo, testigo de tanta aflicción.
Amargura, precioso nombre para una calle que luego lo cambiaría por una fecha, relativa a la lucha entre absolu­tistas y liberales, auténtico e interminable match tenístico, uno entre tantos de los que nos regaló el pasado siglo.

127. anonimo (madrid)

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