En la
Corte del Rey de Toledo coinciden Zaida, Princesa mora, hija
del Rey de Sevilla y Alfonso, después Rey de Castilla y León, perseguido ahora
por su hermano Sancho, que quiere adueñarse y reunir el reino de su padre
Fernando I.
Ella es joven, morena, un tipo envidiable de belleza
agarena.
El también es joven, apuesto, caballero, en la edad
justa para un romance de amor. Y debió ser así por los hechos que siguieron.
Muerto Sancho traidoramente en los muros de Zamora,
Alfonso es proclamado Rey. Tiene que dejar Toledo y volver a Castilla.
Consigue legítimamente lo que su hermano quería por la
fuerza.
Pero el trono de Castilla le obliga a proseguir la Re conquista.
Muerto Almamut, Rey de Toledo, se considera desligado
del agradecimiento que debía guardar a la Corte de Toledo, y se propone la conquista de
aquél reino.
En aquellos momentos la España musulmana se encuentra
dividida en una serie de reinos que seguían su propia política y sus propios
intereses, sin tener en cuenta los comunes del Islam para España.
Alfonso se asegura la alianza de los Reyes de Badajoz
y Sevilla.
El Rey de Badajoz había nacido en un pueblo de Extremadura
próximo a Monfragüe y a Serradilla, llamado MIGUEZA.
De él no quedan apenas ruinas y sí algunos nombres que
nos lo recuerdan, como el de Casa Mengo, asentada en el mismo lugar de la
desaparecida Migueza.
El Rey de Sevilla tenía a su hija Zaida como rehén del
Rey de Toledo.
El pacto secreto entre los reinos musulmanes y el Rey
de Castilla llegaba hasta el extremo de haber pactado el casamiento entre Zaida
y Alfonso después que fuera conquistada Toledo.
Alfonso, ya Alfonso VI, se dirige a Toledo con un potente
ejército, y con facilidad toma los primeros baluartes de la ciudad. Señal
inequívoca de que pronto podrá adueñarse de la misma ciudad.
Es fácil en estas circunstancias buscar un culpable
del peligro que se cierne sobre el reino moro de Toledo.
Estalla el odio popular contra Zaida.
Se hacen públicas sus relaciones secretas de amor con el
Rey castellano. Una noche la multitud enrarecida asalta furiosa el Alcázar,
donde vive Zaida.
Conoce el lago subterráneo que une el Alcázar con el
río Tajo.
Monta en una barca que utiliza el Rey para sus paseos
por el río.
Es una barca manejable y muy fácil de utilizar. Zaida estaba
habituada a ella en sus horas de esparcimiento.
La acompaña un esclavo, único servidor que la sigue.
Ordena a su criado que vaya al campo cristiano y diga a
Alfonso cuanto la ocurre.
El Rey encomienda el mando del ejército mejor de sus
generales y disfrazado de humilde pescador se escapa río abajo, también en
otra barca.
Rema brioso un día y otro por el caudaloso río. Todos
los resultados son infructuosos. El desaliento llega a tal punto que quiere
abandonar la búsqueda. Pero el amor puede más que las fuerzas. Las dificultades
del río van en aumento.
Entre tanto, Zaida también ha seguido el curso de las
aguas. Muchas veces es la corriente del río la que manda. Sobre todo cuando
llega a las proximidades de Monfragüe. Allí es donde se siente alentada e
intenta aorillarse en las márgenes derechas del río. Allí está Migueza, donde
cree encontrar gente amiga.
Pero la corriente puede más que aquella extenuada
mujer y la arrastra hasta la misma angostura de la PORTI LLA. El sitio es ahora
un remanso donde fácilmente la barca queda aparcada. Pero el lugar es agreste y
cuando salta a tierra se encuentra bloqueada por las cortaduras del lugar que
semejan verdaderos cuchillos. Aunque está en tierra está prisionera, sola,
entre las escarbadas rocas.
Arriba vuelan el águila real, el buitre leonado, el
alimoche africano. Zaida los conoce. Son sus amigos. Aquellos animales
majestuosos velaron su sueño en el nacimiento. Ahora podrían velar su
sepultura. Zaida cae desfallecida y queda inerte sobre la pedrera.
Alfonso baja buscando y sigue buscando.
Nadie le ha visto. También está ahora cercano al mismo
lugar donde Zaida encontró su peor peligro. Impaciente va a retroceder cuando
la corriente que actúa de providencia y a fuerza de remos, muy a duras penas,
llega, pasa la Portilla
y llega a la reoga del hoy Arroyo de la
Vid.
Allí encontró a un pescador cristiano, al que preguntó
si había visto a una mujer que podría haber pasado por el lugar dentro de una
pequeña barca.
"Ayer desde este sitio la vi chocar contra las
peñas, cuando yo estaba al otro lado del portillo. Crucé el río y a duras penas
logré salvar a aquella desgraciada que sin mi auxilio hubiera perecido. Hoy
está segura en mi cabaña".
Corrieron el pescador y el Rey, y con indescriptible
sorpresa encontró éste la joya humana que venía buscando. Juntos celebraron el
encuentro.
En seguida se trasladaron al próximo Migueza, donde
encuentran gente amiga que les proporciona caballerías para llegar hasta los
campamentos cristianos que asedian Toledo.
Conquistada Toledo, el monarca se propone las conquistas
de las tierras extremeñas. Y dentro de ellas el fuerte de Monfragüe.
Desde aquella altura maravillosa, el Rey enseña a sus
generales el lugar donde naufragó la barca de Zaida y la cabaña donde la
encontró.
Los encargados de poner los nombres a los lugares
conquistados llamaron al lugar donde encontraron la barca el LANCE DE LA MORA. Y al arroyo, para
agradar al monarca, le reservaron su frase:
"EL ARROYO DO LA VI ".
Es el nombre que aún conserva, aunque los lugareños,
desconocedores del hecho histórico, lo han asociado al Arroyo de la Vid , nombre que parece
decirles más a ellos.
Zaida se convirtió al cristianismo, se casó con
Alfonso y vivieron felices y contentos en la corte de Castilla.
FUENTES:
-"El
Cronista", Revista quincenal de Serradilla.
- Versión
recopilada por los niños del Colegio Nacional de Torrejón el Rubio.
-Gervasio
Velo y Nieto, "Castillos de Extremadura".
Fuente: Jose Sendin Blazquez
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