Cuando el Duque de Alba descubrió Las Hurdes o
Batuecas Extremeñas, de las que él mismo era Señor, comenzó a preocuparse por
aquellos hombres que su dramaturgo Lope de Vega había descubierto como raza de
reyes.
Arriba, en la parte alta, en las casi inaccesibles
montañas, encontró en unos poblados algunos desgraciados, cuyos cuerpos
presentaban contexturas verdaderamente deformes.
Llevado de su integridad de Señor, le preocupaban
estas criaturas.
Pudo descubrir que por culpa de sus deformidades, eran
hombres de escaso talento, pero con una simpatía y gracia por encima de lo que
parecía normal.
Uno de estos seres vivía en Calabazas, alquería perteneciente
a Camino morisco. Presumía, ¡pobrecito!, de ser el gracioso de la comarca.
El Duque de Alba se interesó por él, hasta el punto de
llevárselo a Coria, para alegrar el palacio que sus antepasados habían
levantado en el siglo XV. Era ésta una costumbre muy extendida, que algunos
remontan a los períodos de esplendor en Persia. Casi todos los grandes Señores
tenían en sus mansiones, al igual que el Rey en su Corte, bufones que la
mayoría de las veces eran verdaderos cretinos.
El recién llegado, pronto se hizo famoso en la mansión
ducal, y hasta en toda la ciudad. Entre la nobleza ponía el contrapunto de la
risa y de la chirigota frente a la rigidez y severidad de los actos oficiales.
Era el relajamiento psicológico de los poderosos que
descargaban cruelmente en ellos los impulsos reprimidos de la burla y del
sarcasmo.
Más que personas eran animales, a quienes pagaban su
trabajo con la comida y el vestido, no pocas veces el desecho de sus amos.
En Coria también se hizo famoso, hasta el punto de que
lo bautizaron de nuevo con el nombre de su pueblo natal: "Calabacillas".
Más tarde, cuando se olvidó el mote cauriense se le seguía recordando. En la Catedral , sobre la puerta
del Poniente, edificada en los siglos XV y XVI, muestra bellísima del
plateresco español, la estatua decorativa en granito que está colocada sobre una
pilastra de la balaustrada, y que el mismo pueblo de Coria la siguió, y la
sigue llamando, "El Bobo".
La fama de Calabacillas llegó hasta la misma Corte.
Fue quizá en una de las muchas conversaciones que los
Duques de Alba mantenían con Felipe IV.
Este Rey literato, que dejó en manos del Conde-Duque
de Olivares su gobierno, tenía tiempo para interesarse por caprichos tan
sencillos y tan inútiles como un bufón.
Felipe IV se "enamoró" en tal grado del
bufón de su amigo, que el Duque no tuvo más remedio que regalárselo al
Monarca.
Este capricho real obligó al cretino Calabacillas a vivir
en la misma Corte.
Cualquiera pensaría que éste era el culmen de una carrera
de gloria política. Pero los sentimientos humanitarios, que viven en el fondo
de cualquiera, nos obligan a pensar más en actitudes de rechazo.
Con todo, Calabacillas, allá por los años 1632 estaba
al servicio del Rey. Tenía sueldo y una mula o acémila para las jornadas.
Todavía no había recibido el último nombre de: "Bobo de Coria".
Coincidió entonces en la Corte con Velázquez, Lope de
Vega, Quevedo, Góngora y otros mil personajes famosos. ¡Arbitrariedades de la Historia !
Aquella Corte, mezcla de grandeza y de miseria, donde
ya se adivinaba nuestra decadencia imperial, quedó reflejada en la hábil verdad
de los lienzos de Velázquez.
El retrato de Calabacillas pertenece a la tercera
época del pintor.
Es un retrato de las etapas cuajadas de su autor.
El dibujo es grueso. El color notablemente simplificado
con tonos sepias, rojos, verdes, pero siempre oscuros. El rostro y las manos
llenos de vida y de lástima, traducen la miseria de esta pobre criatura.
Al contemplarlo, aunque él parezca hacerlo, nadie ríe.
Son lágrimas muy sinceras las que arranca, porque a
través de este cuadro la humanidad sigue recordando la crueldad que la vida
deparó a estos pobres menesterosos.
La posteridad todavía ha sido más cruel.
Le borró su nombre. A partir de 1974 lo humilló aún
más y le dio el nombre que aún hoy conserva: "BOBO DE CORIA".
FUENTES:
-"Motivos
Extremeños", de Tomás Martín Gil.
-"El
Regional". Semanario de Plasencia. Primera época.
Fuente: Jose Sendin Blazquez
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anonimo coria-extremadura
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