Había en Sant Quintí de
Mediona luna masía de íran riqueza, que debía heredar, por no tener más hermanos,
una hermosísima joven, hija de los dueños.
Eran muchos de los
muchachos del pueblo, y aun de toda la comarca, que pretendían la mano de la joven;
pero a todos los rechazaba ésta, alegando que no había llegado todavía la hora
de casarse.
Iba pasando el tiempo, y
la «pubilla» no se decidía por ninguno.
Tres, entre los muchos
que la habían querido, fueron más constantes, y continuaron asediándola, a pesar
de sus negativas.
Por todas partes donde
iba la seguían; intentaban bailar con ella. Se los encontraba cuando salía a
apacentar sus rebaños, cuando iba de paseo, siempre y en todas partes.
Cansada ya de decirles
que todo era inútil, se fue a ver a una bruja que habitaba la cueva denominada
«de Bolet» y le pidió que la encantara. De esta manera se libraría de sus tres
pretendientes.
Así lo hizo la bruja, y
allí en la misma cueva quedó la joven, toda vestida de blanco y de pie sobre un
alto pilar, rodeado de serpientes que no permitían que nadie se acercara a
ella.
Únicamente el que
consiguiera atravesar la muralla de víboras y tocar la orla de su manto blanco
podría desencantarla y casarse con ella.
Cuenta la leyenda que
muchos fueron los que intentaron entrar en la cueva y desencantar a la
«pubilla» de Can Fábregas. De ellos son los huesos que llenan el suelo de la
cueva «de Bolet», ya que asegura la leyenda que no sólo no consiguió ninguno
desencantarla, sino que ni uno solo salió de allí con vida.
Allí permanece la
«pubilla», según creencia de los viejos del pueblo, y únicamente en la noche de
San Juan, a las doce en punto, sale a tender su ropa en los zarzales que hay
frente a la cueva y que casi obstruyen el paso.
103. anonimo (cataluña)
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