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jueves, 6 de septiembre de 2012

La fundación de vilanova

La bonita villa de la costa catalana que hoy se llama Vilanova i la Geltrú fue antiguamente, en su origen, La Geltrú.
Era el señor de La Geltrú un barón de vida licencio­sa y turbulenta, cruel y despiadado para con sus vasa­llos, irrespetuoso con las mujeres: un tirano en toda la extensión de la palabra.
Existía por aquel tiempo entre los señores feudales el derecho que llamaban «de pernada».
Dice la leyenda que un mozo de La Geltrú, arrogan­te y orgulloso -con justo orgullo de su valor y personalidad, enamoróse de una muchacha, también vecina de La Geltrú, y, por lo mismo, vasalla del barón, como él.
Era la muchacha de singular belleza y discreción, y el joven, después de hablar con sus padres y tomar con ellos un acuerdo, decidió casarse con ella, sin consul­tar con el señor de La Geltrú, para así poder escapar de la ignominia que suponía el «derecho de pernada».
Conformóse la joven, pero no sus padres, que tu­vieron miedo de incurrir en la cólera del caballero si se enteraba del caso. Además, había que contar con el sacerdote, quien de seguro tampoco se avendría a casarlos sin consultar antes con el señor, cuyo permi­so era necesario en aquel tiempo para que sus vasallos pudieran contraer matrimonio.
Viendo que no tenía escapatoria, formó entonces el muchacho otro plan: La Geltrú está tierra adentro, a alguna distancia del mar; así, los dominios del barón no llegaban hasta la playa. Entonces el muchacho de­cidió pedir la debida autorización para casarse; pero entretanto, y a escondidas, construyó una modesta ca­sita para él y su futura esposa y, juntó a ésta, otra pa­ra sus deudos, en la playa, lo más cerca posible de La Geltrú, pero fuera de la jurisdicción del barón.
Cuando se dirigió a su señor para pedirle el permi­so, éste se lo concedió enseguida; pero le recordó el de­recho que la ley le concedía. El muchacho pareció con­formarse con su mala estrella, y la boda se efectuó en la capilla de La Geltrú, según era costumbre.
Se celebró un espléndido banquete, al que asistieron todos los parientes y amigos de los novios, y hasta el barón fue a tomar unos vasos con ellos.
Cuando llegó la noche, el barón de La Geltrú espe­ró en vano que la novia acudiera para cumplir con sus deberes de vasalla.
Enfurecido el señor, envió a dos de sus hombres a la casa de los novios con el encargo de traer a la des­posada. Los hombres encontraron la casa vacía. Los novios habían desaparecido y nadie sabía dónde esta­ban. Mandó registrar todo el pueblo de La Geltrú; pe­ro no pudo dar con ellos. Días más tarde se supo que habían ido a vivir junto al mar, y que el joven, no te­niendo tierras para trabajar, se dedicaba a la pesca.
Fueron muchos entonces los vasallos del feroz ba­rón de La Geltrú que se marcharon a construir $us ca­bañas a la orilla del mar, junto a la del audaz mucha­cho, quedando así fundada la que hoy es Vilanova, cu­yo nombre se le dio ya con este motivo, y que ha llega­do a superar en importancia a la misma Geltrú, su vi­lla de origen.

103. anonimo (cataluña)

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