Hace muchísimos años, en
la ciudad de Girona vivía una vieja, de quien los vecinos contaban extrañas
historias y que era tan temida como odiada. Decían que era bruja. Algunos
aseguraban que una noche había pasado junto a ellos un gran gato negro y que,
habiéndole tirado una piedra uno de los vecinos, que hirió al animal en la
cabeza, pudo verse al otro día a la viejá que estaba con una venda en la
frente. Otros aseguraban que la habían visto volar por los aires, cantando la
«canción de los días de la semana», y que iba al aquelarre a adorar al macho
cabrío. Otros, en fin, la acusaban de aojadora.
-Cierto que esa mujer era
bruja. Tenía las malas artes de la hechicería desde muy joven. Y cuentan que cuando
no era observada por nadie, cogía guijarros y los iba a tirar contra los muros
de la catedral. Y después de cometer tal acción, se marchaba riendo con su
boca desdentada o cantando cualquier copla.
Esto sucedía casi todas
las tardes, después del ángelus, cuando los buenbs vecinos se habían metido en
sus casas, y no se veía un alma por las calles. Y así, la mala vieja podía
creerse impune, y de nuevo volvía a coger unas piedras y volvía a tirarlas
contra los muros de la catedral. Pero Dios, irritado contra la perversa, quiso castigarla
y dijo:
-Pedres tires, pedres
tirarás, de pedra restarás.
Y de pronto se convirtió
en gárgola, quedando pegada y empotrada en uno ae los contrafuertes del claustro,
cerca de la llamada Torre de Carlemany.
Al día siguiente, los
vecinos, admirados, vieron cómo había surgido en el muro la deforme figura de
piedra, y como advirtieron que en sus rasgos recordaba a los de la vieja
bruja, comprendieron que había sido un castigo a una mala mujer.
Y ya respiraron libres
del temor que les habían producido siempre sus mágicos e infernales poderes.
Años y años la gárgola de la bruja ha vertido el agua de lluvia, y así
persiste y persistirá.
103. anonimo (cataluña)
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