La bandada de pájaros ya no era tan
numerosa como antes. Cada día desaparecía alguno, de modo misterioso, sin que
nadie se diese cuenta. El jefe de la bandada, preocupado, no podía
explicárselo.
Una mañana, en vez de volar en
cabeza, pensó en ponerse en la cola para vigilar a todos sus compañeros.
Volaron como siempre hacia el
bosque lejano, pero al pasar sobre la colina, el jefe se dio cuenta de que la
bandada se escindía como si la embistiese un fuerte viento. La mayor parte de
los pájaros pronto volvieron a reunirse, pero los más jóvenes continuaron
desviándose como atraídos por una fuerza invisible.
El jefe de la bandada, al fin, vio
a la serpiente. Era larguísima, enroscada muchas veces sobre sí misma.
Oculta entre la yerba, todos los
días esperaba el paso de los pájaros y, abriendo la boca, aspiraba tan fuerte
que conseguía sorberlos hasta dentro de sus fauces.
(de Leyendas: Serpientes. H. 21 r.)
1.082. Da Vinci, Leonardo - 012
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