Un día, a un león enjaulado le
llevaron como comida un corderito.
Era tan inocente y humilde aquel
cordero que no tuvo miedo al león, sino que se le acercó como si fuese su madre
y lo miró con ojos llenos de devoción y asombro.
El león, desarmado ante tanta
confianza inocente, no tuvo valor para matarlo y, refunfuñando, se quedó con el
hambre en el cuerpo.
Por fiero y poderoso que sea el adversario, si es justo y noble
quedará siempre desarmado ante la inocencia y humildad sinceras de su supuesta
víctima.
(de Leyendas: Humildad. H. 11 r.)
1.082. Da Vinci, Leonardo - 012
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