Un cocodrilo, después de haber
matado a un hombre que dormía bajo una palmera, derramó muchas lágrimas.
-Ves -dijo una mangosta a su hijo,
el cocodrilo es un hipócrita porque ahora llora y dentro de unos instantes
devorará a su víctima.
Así que poco después el cocodrilo
se puso a comer tranquilamente su presa.
Concluida la comida, se adormeció
sobre la orilla del río, con la boca abierta, para permitir a un pajaríllo
amigo suyo, llamado Troquilo, que entrase a picotear en su boca lo que le había
quedado entre los dientes.
Dejándose escarbar plácidamente por
el diligente pájiarillo, el cocodrilo, en su sueño, abrió aún más sus poderosas
mandíbulas.
Entonces la mangosta dijo a su
hijo:
-Presta mucha atención. Así es como
se matan los traidores.
Y tomando carrera se precipitó en
la boca del cocodrilo, enfilando rápidamente la garganta. De allí pasó al
estómago, mordiéndole con sus agudos dientes, hasta que llegó al intestino,
donde hizo otro tanto.
El cocodrilo despertó sobresaltado
y empezó a revolcarse por tierra, lleno de dolor; aulló sintiéndose arrancar
las vísceras, hasta que, destrozado por la mangosta, quedó panza arriba, tieso.
(de Leyendas: Cocodrilo: Hipocresía. H. 17 r.)
(Mangosta y cocodrilo. H. 25 v.)
1.082. Da Vinci, Leonardo - 012
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