El cisne dobló su flexible cuello
sobre el agua y se miró largo tiempo.
Entonces comprendió la razón de su
cansancio y de aquel frío que atenazaba su cuerpo, haciéndolo temblar como en
invierno. Con toda certeza supo que su hora había sonado y que debía prepararse
para morir.
Sus plumas eran blancas aún, como
el día en que naciera. Había recorrido las estaciones y los años sin manchar su
hábito inmaculado; ahora podía irse, concluir bellamente su vida.
Alzando el hermoso cuello, se
dirigió lento y solemne hacia un sauce donde solía reposar los días cálidos. Era
ya de anochecida. El crepúsculo teñía de púrpura y violeta el agua del lago.
Y en medio del gran silencio que
descendía ya sobre el lugar, el cisne comenzó a cantar.
Nunca antes había encontrado
acentos tan llenos de amor por la naturaleza, por la hermosura del cielo, del
agua y de la tierra. Su canto. dulcísimo se esparció por el aire, velado apenas
de nostalgia, hasta que poco a poco se apagó, con la última luz del horizonte.
-El cisne -dijeron conmovidos los
peces, los pájaros, todos los animales del prado y del bosque, es el cisne que
muere.
El cisne es blanco y sin ninguna mancha,
y antes de morir canta dulcemente,
y su vida termina en aquel canto.
(H. 13v.)
La blancura inmaculada del cisne simboliza la honradez y limpieza de
toda una vida; y su canto postrero la última lección, a la hora de la muerte,
de quien viviera una existencia digna y consecuente.
(de Leyendas: Cisne. H. 13 v.)
1.082. Da Vinci, Leonardo - 012
No hay comentarios:
Publicar un comentario