Un topo, bajo tierra, paseaba por
las largas galerías que su familia había excavado y pulido en muchos años de
trabajo.
Andaba de atrás adelante, subía a
los pisos superiores, bajaba a las bodegas como si gozase de muy buena vista,
aunque, como todos los topos, tenía los ojos pequeñitos y poca visión.
Por fin enfiló un corredor
desconocido y siguió caminando.
-¡Detente! -gritó una voz desde el
piso de abajo. ¡Esta galería lleva afuera y es peligrosa!
El topo, sin hacer caso, continuó
caminando hasta que se encontró dentro de un montón de tierra y estiércol todavía
fresco.
Levantó el hocico hacia lo alto y
se asomó, pero la luz del sol, que brilló como un relámpago, lo mató.
También la mentira, como el topo,
puede vivir sólo mientras esté escondida, pues en cuanto sale a la luz para
hacerse notar, muere.
(de Leyendas: Mentira. H. 9 v.)
1.082. Da Vinci, Leonardo - 012
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