Grandes preparativos se hacían en lo alto del monte
Priena desde que una pastorcilla topara con una hermosa talla de la Virgen.
De todos los contornos suben las gentes con los
materiales; talan árboles y sientan los cimientos para el ermitorio. A la
mañana siguiente los hallan en la cueva; lo mismo sucede a la otra noche, e
igual a la otra mañana. El carpintero promete a todos:
-Esta noche duermo aquí; yo averiguaré quién...
Amarróse a una viga y tendióse a dormir. Ni que decir
tiene: amaneció en la cueva.
Fue, entonces, cuando todos los lugareños vieron
patente la voluntad de la
Virgen , que escogía aquella cueva para... salvar a España.
Así recoge los hechos la lírica popular:
«¡Oh,
Virgen de Covadonga!
¡Oh
Soberana princesa!
No quisiste
vuestra casa
en lo más
alto de Priena.
Quísola,
usted, la Señora ,
nel cumbre
de aquella peña,
un
carpintero curioso
le cortaba
la madera,
de día se
la cortaba
y de noche
se lo llevan».
Aún añade otra tonada:
«La Virgen de don Pelayo
no quiso
subir a Priena,
quiso estar
en Covadonga
porque es
su trono la Cueva » [i]
La versión allandesa reviste estos caracteres.
Mientras apacentaban sus rebaños, hallaron unos pastores,
entre las ramas en flor de unos avellanos, la imagen de la Virgen. Comunicado
el suceso al párroco, convino en que la bajaran al templo parroquial. A la
mañana siguiente había desaparecido de la iglesia, encontrándola de nuevo sobre
las ramas de los mismos avellanos. Al repetirse el hecho, entendieron todos el
deseo de la Virgen
de recibir allí la veneración de sus hijos. Días más tarde se iniciaban las
obras de la suntuosa capilla que, aunque muy remozada, aún subsiste [ii].
Por Laviana la leyenda recorre otros derroteros.
Habían decidido los vecinos de Pola de Laviana
levantar un templo en honor de la Santísima Virgen. A la hora de elegir el emplazamiento
surgió el litigio; pretendían unos la campa del Otero, mientras otros, acaso
los más, se inclinaban, por el recinto de la villa. Acumularon, por fin, los
materiales en el lugar designado por los más, con idea de comenzar la
edificación al día siguiente. Mas, durante la noche, desaparecieron los
acopios, hallándolos a la mañana siguiente en el Otero; sobre ellos, radiante,
la imagen de la Virgen.
Ya no hubo lugar para el cabildeo. Obedientes todos a los
designios de la Madre
de Dios, levantaron el santuario que, con reformas y ampliaciones de por medio,
ha llegado a nosotros. Lo relata así el cantar:
«No
pudieron los señores
tener
iglesia en el pueblo,
porque la
quiso la Virgen
en la campa
del Otero»[iii].
Leyenda religiosa
0.100.3 anonimo (asturias) - 010
[i] CABAL, C., La divina peregrina, Oviedo 1948, p.
119; LLANO ROZA DE AMPUDIA, A., Una
leyenda de Covadonga, en C, núm. 34, Covadonga 1923, pp. 185-186.
[ii] Datos proporcionados por
Antonio García Linares, de Pola de Allande, en 15 de junio de 1969.
[iii] JOVE CANELLA, J. M.,
Topografía médica de Laniana, Madrid 1927, pp. 95-96; LÓPEZ GARCIA JOVE, L.,
Novena en honor de Nuestra Señora del Otero de Pola de Laviana, Oviedo 1938;
PÉREZ SILVA, B., La Virgen
del Otero (Pola de Laviana), Gijón 1983. Salvo detalles, la leyenda es común a
multitud de santuarios. Algo parecido ya lo contaron Varrón y Dionisio de
Halicarnaso acerca de los penates, que marcharon del templo oue les hiciera
Alba, pues querían quedarse en Laviniun.
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