Un zorro estaba comiendo cuando
pasó junto a él un armiño.
-¿Gustas? -dijo el zorro, ya
saciado.
-Gracias -respondió el armiño, yo
ya he comido.
-¡Ja! ¡ja! -rió el zorro. Vosotros,
los armiños, sois los animales más comedidos del mundo. Coméis una sola vez al
día y preferís ayunar antes que mancharos el vestido.
En aquel momento llegaron los
cazadores. El zorro, como el rayo, se refugió bajo tierra y el armiño, no menos
rápido que el zorro, corrió hacia su madriguera.
Pero el sol había fundido la nieve
y la madriguera estaba inundada; el armiño, para no mancharse con el fango,
titubeó y se detuvo. Los cazadores lo hirieron de muerte.
La moderación ataja todos los
vicios. El armiño prefirió morir a manchar su pureza.
(de Leyendas: Moderación. H. 12 v.)
1.082. Da Vinci, Leonardo - 012
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