Cuentan que un religioso cuya voz oía Dios,
estaba sentado a la orilla de un río. Pasó por allí un milano que traía una
rata en las garras, se le soltó y le cayó al religioso en las ropas de su
hábito. Tuvo piedad de ella, la acarició, la envolvió en una hoja y, queriendo
llevársela a su ermita, temió que le resultaría difícil criarla y rogó a Dios
que la convirtiese en niña.
Le oyó Dios y la convirtió en una niña muy
hermosa. El religioso la llevó a su casa y la crió bien, pero no le contó nada
de su historia, hasta el punto que ella pensaba que era hija del religioso.
Cuando cumplió doce años, el religioso le
dijo:
-Ya tienes edad suficiente y no estás bien
sin marido que te mantenga, te gobierne y me descargue de ti.
-De acuerdo -dijo ella-. Mas quiero yo tal
marido que no haya otro igual que él en valentía, nobleza, fuerza y poder.
-No conozco a nadie así más que el Sol
-repuso el religioso. Y se puso a rezar a Dios para que el Sol se quisiera
casar con aquella doncella.
El Sol le dijo al religioso:
-A mí me gustaría aceptar tu ruego por el
bien que Dios quiere hacerte y por complacerle a él, pero te mostraré otro que
me gana en fuerza y valentía.
-¿Cuál es ése? -quiso saber el religioso.
-Es el ángel que mueve las nubes, quien con
su fuerza abre mi luz y quita mi claridad no dejándola resplandecer sobre la
tierra -respondió el Sol.
Rogó entonces el religioso al ángel que se
casase con su hija. Y él le respondió que lo haría, pero que le mostraría a
otro más fuerte que él.
El religioso le pidió que se lo mostrase y
él le dijo que era el viento, que era más fuerte que él y traía las nubes de
una parte a otra del mundo sin que pudieran oponerle resistencia.
El religioso rezó a Dios como tenía por
costumbre para que el viento se casase con su hija. Entonces se le apareció el
viento y le dijo:
-Es cierto lo que dices, pues Dios me dio
gran fuerza y poder sobre las criaturas, pero yo te mostraré quién es aún más
fuerte que yo.
-¿Quién es éste? -quiso saber el religioso.
-El monte que está cercano a ti.
Y el hombre llamó al monte como había
llamado a los otros para que se casasen con su hija.
El monte le dijo:
-Sí, en verdad soy tal como tú dices, pero
te mostraré quién es todavía más fuerte que yo, pues no me puedo defender de él
y me roe continuamente.
-¿Y quién es? -dijo el religioso.
-Es el ratón.
Entonces se fue el religioso a ver al ratón
y le rogó como a los otros. El ratón le dijo:
-Soy tal como tú dices pero ¿cómo podré
casarme yo con una mujer, siendo un ratón y viviendo en una cueva pequeña en el
campo?
-¿Quieres ser la mujer del ratón? -le preguntó
el religioso a la joven. Ya has visto que todos los demás nos han dicho que él
es el más fuerte, que no dejamos de acudir a nadie que supiésemos que era
fuerte y valiente y todos nos señalaron al ratón. Así pues, ¿quieres que ruegue
a Dios que te convierta en rata para que te cases con él y vivas con él en su
cueva? Yo, que estoy cerca de aquí, te llamaré y nunca te dejaré del todo.
-Padre, yo no dudo de vuestro consejo y, si
eso os parece bien, hacedlo así, pues estoy contenta de convertirme en rata
para casarme con él.
Entonces el religioso rogó a Dios que la
convirtiese en rata. Dios lo oyó y la convirtió en rata y ella estaba contenta
porque volvía a su estado natural.
083. anonimo (edad media)
quien narra?
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