Allí donde el río da una vuelta y
los ceibos echan sus flores más rojas que el fuego, vivían, en su choza, nueve
indiecitas hermanas.
De las nueve indiecitas, ocho
tenían nombre de flor, pero la última, la pequeñita, se llamaba Eireté quiere
decir, en la lengua de los guaraníes, miel de abeja.
A la mañana, muy temprano, cuando
el Sol despertaba a las campanillas silvestres, las indiecitas también se
despertaban. Sí, se despertaban y se levantaban, todas, menos Eireté.
Eireté dormía mientras sus hermanas
molían el maíz en el mortero. Eireté bostezaba mientras sus hermanas cuidaban
las plantas del sembrado. Y mientras sus hermanas amasaban el barro y modelaban
cacharros y jarras y marmitas, Eireté se decía:
-¿Dejo o no dejo la hamaca?
Y no la dejaba. Continuaba tendida,
bostezando… boste… zzz… ando…
De las nueve indiecitas, ocho
trabajaban, corrían y jugaban. Sólo una, Eireté, tenía siempre pereza para
todo: para vestirse, para peinarse, para ir con el cántaro a traer agua del
río.
Una mañana, las hermanas de Eireté,
le dijeron:
-Levántate. Vas a ir con nosotras a
buscar juncos y hierbas para hacer cestos. Levántate en seguida, Eireté.
Siguiendo el río, entraron en el
bosque. Allí, las indiecitas comieron los frutos dulces del mburucuyá [1],
y miraron volar y volar a Mainumbí, el picaflor, vestido con su precioso traje
de todos colores. Andando y andando pasaron bajo la rama donde Ayurú, el
papagallo, se peinaba las plumas, y Ayurú les gritó los buenos días. Andando y
andando pasaron junto a la palmera donde vivía Ca-í, el monito, y Ca-í las
saludó con la mallo.
Por la orilla del río, por el medio
del bosque, siempre en fila, caminaban Y caminaban las nueve indiecitas, ocho
indiecitas delante, y una, Eireté, bastante, pero bastante más atrás. Así
llegaron adonde los juncos eran flexibles y las hierbas elásticas, y los
cortaron y los ataron y los cargaron sobre sus cabezas.
Ya era mediodía cuando las
indiecitas iniciaron el camino de vuelta, ocho hermanitas delante y Eireté cada
vez más atrás, cada vez más atrás... Tan atrás se iba quedando Eireté, que,
llegado un momento, ya no vio a sus hermanas. Pero Eireté no se asustó, ni
siquiera corrió para alcanzarlas. Se sentó en el suelo y se entretuvo, mientras
bostezaba, mirando las plantas y los animalitos del bosque. Tan quieta se
estaba, que Panambí, la mariposa, se posó sobre su pelo. Cururú, el sapo, se
acercó -croac, croac- a contarle los dedos de los pies, y mamá Ca-í dejó que
sus monitos jugaran en su derredor a la rueda-rueda.
Así, el tiempo fue pasando. El Sol
ya sólo alumbraba las ramas altas de los árboles. Pronto, las sombras empezaron
a jugar al escondite entre los árboles y llegó la noche. Y con la noche
llegaron los aullidos de las fieras, los aletazos de los búhos, el chistar de
las lechuzas y el miedo. Sí, entonces Eireté tuvo miedo, y abandonando su haz
de juncos y de hierbas, se levantó y empezó a andar: perdida en el bosque,
apenas iluminado por la luz de la
Luna.
Eireté temía al jabalí, a Yaguareté,
el tigre, y temía. a la serpiente, que cuelga de los árboles. Pero Eireté no
conocía el camino para volver a su choza, y andando al azar, mientras brillaban
entre las ramas fosforescentes ojos desconocidos, mientras oía cuchicheos
extraños... Así anduvo y anduvo la indiecita, hasta que tropezó con una choza
perdida en medio del bosque. Era la casa de una vieja india hechicera.
-¡Protégeme de las fieras! -rogó
Eireté a la anciana.
La hechicera la hizo entrar en la
choza. Todo estaba oscuro. Sólo un rayo de Luna, que entraba por la ventana,
iluminaba un rincón.
-Eireté -le aseguró la vieja
india-, quiero ayudarte. Pero sólo tengo poder sobre las fieras durante el día.
Si el jabalí o el tigre vienen a buscarte de noche, no los podré detener.
Tampoco podré detener a la serpiente.
-¡Protégeme, hechicera! -volvió a
suplicar Eireté.
Eireté tenía la voz dulce. Tan
dulce como su nombre -miel de abeja-, y la vieja india se dejó conmover.
-Te esconderé de las fieras -le
dijo. Te convertiré durante toda esta noche en una arañita, para que no te
encuentren.
Y le dio a Eireté un ovillo de hilo
fino.
-Teje, teje -le encareció.
Mientras, tejas, serás una araña. Pero volverás a ser una indiecita tan pronto
como dejes de tejer.
Eireté comenzó a trabajar el hilo.
Y su tejido fue una hermosa tela de araña, colgada en un rincón de la choza.
Una fina tela de araña iluminada por la
Luna , que entraba por la ventana.
Y así, durante horas y horas, tejió
y tejió Eireté.
Pasó el jabalí. Espió por la
ventana, y sólo vio una arañita ocupada en tender los hilos de su tejido.
Y luego pasó Yaguareté, el tigre. Y
más tarde la serpiente se descolgó de una rama y asomó la cabeza chata por la
ventana.
Pero ni Yaguareté, ni la serpiente,
ni el jabalí, sospecharon que en la choza se escondía una indiecita.
Sí, Eireté trabajó una hora, dos
horas, tres... Pero Eireté no estaba acostumbrada a trabajar. Y entonces se
cansó y dejó de tejer. Poco a poco la arañita fue convirtiéndose en una niña, y
el rayo de Luna alumbró en el rincón a Eireté, junto a la fina tela de araña.
Entonces el jabalí, que regresaba de beber en el río, volvió a asomarse por la
ventana de la choza.
¿Qué tienes ahí, hechicera?
-gruñó. ¡Esa niña es mía!
Y clavó los colmillos en la puerta
y la sacudió, para abrirla y entrar.
Eireté, asustada, empezó a tejer y
a tejer otra vez...
Y cuando el jabalí pudo abrir la
puerta y entró, sólo vio una arañita tejedora sobre la tela. Y se fue.
Eireté tenía sueño, mucho sueño, Y
el trabajo la cansaba mucho. Entonces abandonó la telaraña y descansó. Y cuando
dejó de tejer, otra vez volvió a ser una indiecita.
Yaguareté, el tigre, regresaba de
cazar, enojado porque se le habían escapado todas las presas. Yaguareté, el
tigre, al pasar, quiso mirar de nuevo por la ventana de la choza de la
hechicera. Y entonces vio a Eireté, casi dormida, al lado de la telaraña.
-¡Qué tienes allí, hechicera?
-rugió Yaguareté.
Y lanzó su cuerpo con fuerza contra
la puerta. Eireté se despertó y comenzó a tejer. Y cuando el tigre entró, sólo
vio una arañita hacendosa. Y como antes el jabalí, también Yaguareté se fue. Ya
no faltaba mucho para que saliera el Sol. Eireté tejía y tejía cada vez más
fatigada, cada vez más soñolienta. Al fin, tejiendo y tejiendo se durmió.
Y entonces la serpiente se asomó
por la ventana.
¡Y no vio una arañita, no! Vio una
indiecita dormida. Y pasó la cabeza, y empezó a pasar el cuerpo... Y estaba
casi dentro ya, cuando Eireté se despertó. La indiecita, recogiendo el extremo
de su hilo, tejió y tejió. Y cuando la serpiente metió todos sus anillos en la
choza de la hechicera, Eireté era otra vez una arañita escondida entre las
pajas del techo. Entretanto había salido el Sol. Y la vieja india había
recuperado su poder sobre todos los animales del monte. Así que, tomando a
Eireté de la mano, pudo llevarla sin peligro hasta la choza de sus hermanas, en
el recodo del río, donde florecen los ceibos.
Eireté nunca volvió en adelante a
convertirse en arañita, aunque siguió tejiendo y tejiendo de la mañana a la
noche, un día y otro día.
Y enseñó a tejer a sus hermanas ese
hermoso tejido, hasta entonces desconocido, que parece formado por muchas telas
de arañas. Ese tejido que se llama ñandutí.
1.083. Foresto de Segovia, Amelia
yo necesito saber como se llaman las 8 hermanas de eirete la indiecita
ResponderEliminarKarave
EliminarYvoty moroti
Pitangy
Lirio
Geranio
Dalia
Orquidia
Iris
no le se porque no me aparese
ResponderEliminarNombre de flores !!! En guaraní!!!no dice ahí xq en la actividad que tienen le piden que le pongamos nosotros los nombre
ResponderEliminarCuál es la moraleja?
ResponderEliminarque actividades Asian diaria mente las 8 hermanitas
ResponderEliminarNecesito sasaver esto: llegaron adonde los juncos eran flexibles y las hierbas elasticas y los cortaron y ataron y los cargaron sobre sus cabezas eso nada mas
ResponderEliminarNo lo se
EliminarPorque la hechicera convirtió en una araña a Eireté?????
ResponderEliminarPorque la queria proteger de las fieras
EliminarPara qué no la vieran
EliminarYo quiero saber 3 fracmento de la leyenda
ResponderEliminaryo necesito saber por que las fieras no pueden ver a Eirete
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarPor que antes que lleguen tegio rápido y volvió a convertirse en araña..
EliminarComo te imaginas las hierbas elasticas?
ResponderEliminarNesecito saber sus fragmentos...
ResponderEliminarSus fragmentos cuales
ResponderEliminarNecesito saber cuales son los fragmentos donde describe el lugar
ResponderEliminar¿QUE HECHOS SOBRENATURALES SE RELATAN EN ESTA LEYENDA?
ResponderEliminarEsta es una leyenda explica el origen de?
ResponderEliminarque se imaginan cuando dice " allí donde el río da una vuelta y los ceibos echan sus flores más Rojas que el fuego" alguien me puede decir
ResponderEliminarNecesito saber cuáles son los fragmentos que describen el lugar x favor
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