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sábado, 8 de septiembre de 2012

La gallina de santo domingo de la calzada

Cuenta la leyenda que un día llegaron al hospicio de Santo Domingo de la Calzada tres peregrinos extranjeros que hacían el Camino: un matrimonio y su joven y apuesto hijo.
La criada de aquella hospedería se encaprichó del joven, pero al verse rechazada por él, loca de rabia por el desaire, buscó el modo de vengarse de él y simuló el robo de un valioso cáliz de plata que ella misma puso en el morral del muchacho.
Cuando se descubrió aquel grave delito que los jueces achacaron al joven peregrino, y ante la impotencia tanto de él como de sus padres, el pobre chico fue condenado a muerte. Así que lo colgaron en la horca sin remedio y sin que nadie creyera en su inocencia. Tras aquella injusta ejecución, sus padres apenados prosiguieron el camino hacia Santiago de Compostela.
Al cabo del tiempo, los padres ya de regreso de su peregrinación, fueron a visitar el lugar de la ejecución para despedirse del cuerpo inerte de su hijo antes de partir definitivamente hacia su país. Pero, cuando llegaron al lugar exacto, se encontraron una increíble sorpresa... El joven, que todavía colgaba de la horca, les habló con gesto tranquilo y sonriente. ¡No estaba muerto!
Todavía pendiendo de la soga, el muchacho les comentó que el milagro de que siguiera con vida se había debido a la intervención del santo y que ahora su misión era informar a todos de lo ocurrido para que le descolgasen de tan incómoda posición, pues quedaba demostrado que ésa era la voluntad del santo.
-Corred a contarlo sin tardanza -les dijo a sus padres.
Llenos de alegría, corrieron al encuentro del corregidor, que en ese mismo momento se encontraba en una cena con unos amigos.
-¡Señor, ha ocurrido un milagro! ¡Nuestro hijo vive! -irrumpieron dando gritos en medio del festín.
Y el corregidor, que se disponía en ese mismo instante a trinchar un gallo y una gallina para disfrute de los comensales, se burló de los peregrinos diciéndoles:
-Tan vivo debe de estar vuestro hijo como estas dos piezas que tengo en el plato.
En ese mismo instante, el gallo y la gallina saltaron de la mesa y, ante la sorpresa de todos los presentes, recuperaron sus plumas y se pusieron a cantar.
En recuerdo de aquel milagro, los ciudadanos de Santo Domingo de la Calzada guardaron desde entonces un gallo y una gallina vivos en uno de los altares de la catedral. Para el peregrino o viajero que llega al lugar, es muy curioso escuchar el cacareo de las aves en medio del silencio solemne del templo, sobre todo cuando se celebra misa, ya que es entonces cuando parecen más activas e inquietas.
Y desde aquellos tiempos, los peregrinos intentan conseguir como preciada reliquia una pluma de las aves para prendérsela en el sombrero y que le acompañe como símbolo devoto durante el Camino. Esta pluma tiene tanta importancia para algunos de ellos como la vieira o la calabaza. Así que, cuando llegan al lugar, además de admirar la arquitectura de la catedral, no dejan de mirar por doquier hasta descubrir, en uno de los altares, a esas aves que alborotan el silencio del lugar.

129. anonimo (la rioja)

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