El juego, como he dicho,
está profundamente arraigado y forma parte de la. vida de esa gente; muchas
veces juegan pequeñas cosas porque no tienen más: pilchas de ropa, tabaco da
mascar, etc.
Como no se resignan
fácilmente a dejar todo librado a la suerte ciega, tratan siempre de ganar,
echando mano de todos los medios ilicitos posibles, que en esa curiosa
mentalidad supersticiosa toman el carácter de simple viveza.
Si dos peones trabajan en
el monte, en el corte de madera y cruzan una apuesta es seguro que, por lo
menos, uno de ellos ha colocado en el ojo del hacha un poco de piedra imán
(Curundú), en la creencia de que lo ayudará a vencerlo, renovándole las fuerzas
hasta que el otro se aburra y deje el campo.
Si se trata de riñas de
gallos, harán tragar un poco de azogue al preferido; si. no lo pueden
conseguir, rasparán el reverso de un espejito para dárselo.
Muy poderoso talismán es
fabricar el bebedero del gallo de riña con madera de la astilla de árból que
más lejos haya sido arrojada al ser fulminado por el rayo.
Si se hacen empollar los
huevos sobre bosta de mula también será bueno; y sÍ se desea que el gallo tenga
pelos en las patas no habrá más que hacerlos sempollar sobre algodones.
En las carreras de caballos
es excelente el procedimiento de cortar los pelos de las ranillas de las patas
del caballo contrario, para que pierda fuerzas y no pueda ganar; esto recuerda
un poco la leyenda de Sansón, y quizá por analogía crean que el medio es
eficaz.
Para hacer perder al
caballo se le arranca una cerda de la cola y con ella se menea -un sapo, el que
se entierra vivo en el andarivel donde aquél debe correr.
Para el juego de cartas hay
muchos sortilegios, desde velar durante una noche el naipe hasta untarse los
dedos con piedra imán antes de cartear.
Otros el jueves santo
entierran en un lugar retirado parte del naipe, a las 12 de la noche vuelven a
recogerlo a la misma hora al día siguiente para Viernes Santo; creen encontrar-
entonces en ese mismo lugar a "alguien" que les dirá cuál será la
suerte que tendrá ese año en las jugadas, si un jugador al ir a jugar se
encuentra en un camino con dos caracoles juntos, o dos víboras en igual caso,
aprovechará para extender un pañuelo de seda nuevo de manera que esos animales
crucen -por encima de él: logrado esto, levantan las cuatro puntas colocando
dentro un naipe nuevo y atando en una de las puntas el dinero destinado a
jugar.
Un gran Payé es el del caballo que debe ser
de color uniforme (tapado sin ninguna .pinta de color blanco; para ponerlo en
condiciones hay que hacerle ayunar tres viernes seguidos. Al amanecer del
último sábado le liman un poco los dientes de adelante y mezclan lo extraído
con cera virgen, raspaduras de un naipe y bermellón, con lo que hacen una
pelotita que guardan secretamente en su persona.
Al ir a jugar van montados
en este animal que les dará suerte mientras coma, para lo cual el jugador va
acompañado de un amigo que se encarga de mudar constantemente de pasto al
animal para que no interrumpa su comida y con ello la suerte de su dueño.
A pesar de estos payés,
otros jugadores se precaven tratando de saber si tendrán suerte o no, para lo
cual encienden simultáneamente dos mechas de algodón, iguales, y ven cuál es
la que se consume primero; o si no hacen elegir, por medio de mi niño inocente,
una entre dos monedas, también iguales.
Extraído del libro
Supersticiones y Leyendas de Juan B. Ambrosetti Edicion 1912
015. anonimo (argentina-misiones)
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