La vida rural está sujeta a
un gran número de supersticiones y prácticas supersticiosas que se siguen con
más o menos fe según las mayores o menores condiciones de alejamiento de los
centros poblados y el carácter étnico del personal de peones que actuan en
ella.
El peón del Alto Paraná,
paraguayo o correntino, es uno de los mejores que conozco, sin -entrar a juzgar
sus condiciones personales, que pueden ser- a veces pésimas; posee, en cambio,
una admirable adaptación a los más variados trabajos, casi todos muy penosos;
generalmente es excelente jinete y hasta domador, buen trabajador con el hacha
en los obrajes de maderas, buen peón para lidiar con tropa de mulas y con
carretas de bueyes; yerbatero eximio. en cualquiera de las múltiples faenas que
se requieren en esta explotación, y, por fin, nadador, constructor de balsas
con el agua hasta el pecho, y navegante por ese río lleno de peligros, entre
mil piedras, correderas y remolinos y ante todo, esto sonriente siempre entre
las mayores penurias, plagas de insectos y necesidades sin fin.
Estos hombres que
constantemente tienen que hallarse cara a cara con el peligro siempre renovado
entre esas selvas casi virgenes, ríos torrentosos, fieras, enfermedades y
asechanzas de todo género, y que después de toda esa vía Crucis no tienen más
compensación que el alcohol, el juego o, la Venus barata, no pueden menos que ser en extremo
supersticiosos.
Como la vida es por fuerza
nómade, cambiándose de campamento de tiempo en tiempo, o, en las estancias se
trae ganado de otras partes, Una de las primeras operaciones es la de
querenciar los animaIes. Hay varios sistemas para ello.
Si se trata de vacas, lo
mejor es cortarles un mechón de pelos de la cola y enterrarlos en la tranquera
del corral. Si son caballos de afuera, ponerles una trenza de su misma Crin,
untada con grasa de gallina; -es creencia que la gallina se aquerencia en
cualquier parte. Si el caballo es entero, al evirarlo enterrar los organos
extraídos en la puerta del corra!; si, se le evita esta operación, se le
arranca una cerda, se coloca dentro de un caracol, se tapa con cera virgen y se
entierra en la misma parte. si es un perro no hay nada mejor que envolverle la
cabeza con la camiseta o calzoncillos del patron.
A los pollos, para
preservarlos de las pestes, el remedio es colocar en la cocina, cáscaras de
huevos de la nidada en un platito.
Si se carnea, hay muchas
personas que no comen la carne el mismo día porque creen que necesita más de
veinticuatro horas para estar muerta del todo. Si la víctima ha sido un ternero
es necesario que la vaca madre no lo extrañe; para esto basta con golpearla
desde, lejos con la pata del hijo.
Como es muy frecuente que
los animales se lastimen entre el monte, y por lo tanto se agusanen las heridas
a causa las moscas, la curación se hace por medio de ceremonias o palabras. He
podido recoger dos. 'Una de ellas, consiste en hacer un nudo corredizo con una
paja y mirar al sol por el agujero hecho así ir cerrando éste poco a poco
mientras se reza un padre nuestro y luego tirar hacia atrás la paja anilldada.
Esta operación es necesario repetirla tres veces.
El segundo método es
brasilero y se efectúa con tres pajitas de igual tamaño que se colocan en la
boca, una al frente y las otras dos divergentes en las comisuras de los labios.
Se van arrojando una a una hacia atras, repitiendo un conjuro:
"Bicho que estáis en esta Bichera
que a Deus no alabáis
morto seráis".
Los domadores tienen
también sus prácticas; muchos acostum-bran poner en el mango del rebenque un
hueso del pescado raya; otros usan llevar en el bolsillo derecho del pantalón
un trozo de piedra imán, porque creen que al bolear la pierna sobre el lomo del
animal, éste, bajo el influjo de la piedra, queda dominado.
El jinete que quiera domar
y no caerse del caballo debe levantarse muy temprano, y cuando sale el lucero
cebar bien un mate y ofrecerlo con buena" voluntad a una persona anciana
del sexo masculino; luego que lo ha tomado, se saca la bombilla y vuelca la yerba,
haciendo corcovear el mate, porque así
corcovea el caballo.
Una vez hecho esto, se saca
con el dedo la yerba que no ha caído y que siempre queda pegada al mate, para
refregarse con ella las piernas, montando inmediatamente, seguro de no caerse.
No deja de ser interesante esta comparación entre el mate y el caballo, y entre
la yerba y el jinete; es una ceremonia de magia simpática.
Para enlazar animales sin
errar tiro de lazo, se debe raspar con el cuchillo la punta de una mano de
mortero que sea de madera de alecrín. Luego se mezclan las raspaduras con cera
bendita y se coloca el todo en un trapito, en el remate del lazo, donde se ata
la argolla.
Pero aún hay otro payé
mejor para el lazo, aun cuando su preparación es algo difícil.
Al efecto, el jueves santo,
hay que buscar y elegir una palma pindó y limpiar el terreno alrededor del
tronco, pidiéndole al mismo tiempo que no haya animal que al ser enlazado no
caiga al suelo.
Al día siguiente, viernes santo, bien de
madrugada antesde que se oiga el canto del gallo, se exrtrae al pindó un trocito
de la raíz, del lado que sale el sol primero, y luego se repite la operación
con el otro lado, curando las heridas con bermellón y cera virgen cruda,
reserrvándose una parte de esta mezcla.
Luego el hombre debe ir
solo a enlazar y voltear un padrillo -cosa muy difícil- y una vez en suelo
pedide cariñosamente fuerza para casos análogos cortándole, al mismo tiempo, un
poco de la crin de la cruz para mezclarla con la cera cruda y los pedacitos de
raíz de pindó,para colocar todo envuelto en un trapito en la argolla del lazo.
El lazo hecho con este payé
no sólo no erra tiro, sino que no hay animal, por fuerte que sea, que no se le
venza.
Es tan fuerte el payé que
si se deja el lazo olvidado en el corral y el dueño se aleja, el lazo lo sigue,
sobre todo a la hora de siesta, porque siente el sol; llegado el lazo a las
casas, penetra sólo en el galpón y se arrolla automáticamente.
Como es natural estos lazos
no existen, pero en las consejas populares se asegura que famosos domadores o enlazadores
los han tenido.
Extraído del libro Supersticiones y Leyendas de Juan B.
Ambrosetti Edicion 1912
015. anonimo (argentina-misiones)
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