Aparentemente fueron importados por alguna
inmigración centro-europea, lo cierto es que los tinguiritas han llegado para
quedarse. Se instalaron en la parte más mediterránea del territorio argentino,
en una zona que abarca un espacio entre los ríos Tercero y Carcarañá por el
norte, hasta los actuales departamentos de Conhelo y Quemú Quemú en provincia
de La Pampa ;
desde las Sierras de los Comechingones desde el oeste, hasta los limites con
Santa Fe y Buenos Aires por el este.
¿Por qué decimos que los tinguiritas son germanos o
nórdicos?
A diferencia de la gran mayoría de los seres mágicos
argentinos, estos duendes son amistosos con los humanos. Eso sí, alguna que
otra bromita les gusta hacer, si no, ¿qué gracia tiene ser duende? Por eso, se
fijan muy bien a quién van a jugarle una mala pasada y disfrutan en forma, si
el destinatario se la merece. Las bromas no son peligrosas pero sí pueden
ocasionar dificultades al viajero.
Se cuenta que una de sus víctimas, al llegar a
cierto arroyo rumoroso y cristalino, decidió nadar para refrescarse y sacarse
el barro con el que se había ensuciado durante el camino. Parece que esto no
les gustó a los tinguiritas, porque cuando salió del agua, por más que este
hombre buscó y buscó en la orilla desierta del arroyo, no encontró ni rastros
de su ropa.
Tuvo que seguir su camino cubriéndose como pudo, con
hojas, con ramas...
También relatan que un grupo de mujeres preparaba
pigmentos para pintar sus cuencos de cerámica y, sin darse cuenta siquiera, se
sentaron muy contentas sobre una tierna planta de maíz. Dicen que un tinguirita
andaba por ahí rondando y al ver el daño que estas inconscientes mujeres le
hacían a la indefensa plantita, de un soplido nomás dejó transparentes todos
los hermosos pigmentos que tanto trabajo habían costado a las muchachas. Muy
tristes, tuvieron que recomenzar la tarea, fijándose con atención dónde se
sentarían.
¿Alguien los ha visto? ¿Alguien
sabe a qué se dedican?
Un anciano sabio asegura haberlos
conocido muy bien:
"Los
tinguiritas son muy escurridizos, pequeños y marrones. Como los hijos de la
Tierra, su misión es la de cuidar sus tesoros más valiosos, como el agua de las
profundidades de las rocas, que purifican antes de dejarla salir a la superficie.
También vigilan con mucho celo las gemas y metales preciosos. Los preservan de
las manos codiciosas de algunos humanos, y para eso dosifican con cuidado su
visibilidad, con el propósito de que no se las lleven solo unos cuantos.
Una de
sus tareas más importante es la de proteger a sus hermanos: son los guardianes
de los animales y las plantas, razón por la que es tan grande su enojo cuando
alguien malogra su crecimiento. Se encargan de cuidar a los pichones sí sus
padres salen a buscar comida, esconden a las lagartijas de las gomeras de los
pequeños, quitan las piedras que a veces tapan las entradas de las cuevitas de
algunos animalitos, y curan a cualquier bicho que se haya lastimado."
Por eso hay que tener mucho cuidado cuando se hace
uso de lo que la Tierra nos ofrece, no sea cosa que ande por ahí algún
tinguirita se enoje feo, y nos juegue alguna de sus terribles bromas pesadas.
025. anonimo (comechingon)
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