EN EL
NOMBRE DE ALA, EL CLEMENTE, EL MISERICORDIOSO.
Cuenta
Ibn Abbas, Alá se apiade de él, que había entre los compañeros de Mahoma, Alá
le bendiga y le dé salvación, un hombre llamado Tamim Addar; y estando un día
sentados con el profeta Mahoma, Alá le bendiga y le dé salvación, pasó Tamim
Addar y lo miró Mahoma, bendígale Alá y le dé salvación, y comenzó a llorar. Y
dijo Ali ibn Abi Talib, Ala se apiade de él:
-Enviado
de Alá. ¿Por qué lloras?
Respondió
Mahoma, Alá le bendiga y le dé salvación:
-Alí,
a este Tamim Addar le ocurrirá un suceso muy grande, dé muchas maravillas.
Cuenta
Ibn Abbas que estaba una noche Tamim Addar en su casa muy alegre, holgando con
su mujer, que era muy temerosa del agua, los truenos, los relámpagos y del
viento recio. Una vez que hubo holgado con su mujer, él se levantó para
purificarse y le dijo su mujer en burla:
-Tomadlo,
compaña de genios.
Apenas
hubo dicho estas palabras cuando oyó un gran ruido y esperó un poco para ver
qué era, pero no vio nada. Se levantó de la cama y entró donde estaba su marido
y no lo halló, y se espantó y asustó grandemente y no durmió en toda la noche
hasta que amaneció Alá con la buena mañana. Luego se fue a casa de sus parientes
y les contó lo que le había pasado. El y ella eran hijos de hermanos, y los
parientes se maravillaron y se entristecieron por la desaparición y
preguntaban por él a todos los extranjeros, pero no tuvieron ninguna nueva de
él. Lo buscaron por tantos sitios y tantas veces que se cansaron y lo tuvieron
por perdido, ya que había pasado mucho tiempo, tanto que al fin se despreocuparon
de él.
Volviendo
a Tamim Addar, dice Ibn Abbas que el genio y su compaña lo tomaron y lo llevaron
a una montaña muy oscura y espesa a la orilla del mar, al pie de una sierra, y
lo pusieron en una cueva muy grande y muy temible en la que se reunían todos
los genios a comer y dormir. Desde su casa a la cueva habría unas cuatrocientas
leguas, y la misma noche que lo tomaron lo llevaron a esta cueva. Estando en
ella con los genios, comía y bebía de lo que ellos comían y bebían y hacía esta
vida con mucho trabajo, llorando de sus ojos.
Y aún
con todo este penar jamás dejó de nombrar a Alá y de leer el Corán, según
cuenta la historia, pues era un gran lector del Corán, y los genios malditos
le hacían mucha burla y escarnio y le escupían a la cara y le hacían otras
injurias y muchos baldones, diciéndole:
-"Malo,
traidor, rezador, hacedor de abluciones, lector del Corán. Haces todo eso para
nuestro pesar y por injuriarnos. Ahora veremos de qué te servirá cuanto haces
y has hecho, pues estás en 'nuestro poder y aquí morirás, pues muchas veces nos
has maldecido en tus oraciones y abluciones. Debes saber que esto que ahora
tienes, te lo hemos deseado muchas veces pues es hora que sepas con certeza que
así como tú nos confundías e injuriabas, así has de ser entre nosotros
deshonrado y menguado, y estarás en esta vida hasta que mueras y después de
muerto, por tomar de ti mayor venganza, te llevaremos arrastrando a la montaña
de los leones para que te coman."
Estas
y otras injurias mayores le hacían, y pasó en este trabajo y tribulación cuatro
años, sufriendo en ellos grandes penas, pero nunca dejó de leer el Corán y
hacer oración a sus horas.
Dice
Ibn Abbas que estando Tamin Addar en aquella cueva leyen-do el Corán como era
su costumbre una vez cada día, rogando a Alá que se apiadase de él, cuenta que
pasó por allí el mayor de los genios creyentes y oyó leer y llegó a la cueva y
vio que era una persona carnal la que allí leía, y entró y halló al dicho Tamim
Addar lloroso y muy triste y le dijo:
-"Hombre,
que Alá, poderoso y ensalzado sea, te socorra. Dime quién eres tú y cuéntame la
causa de que estés aquí, porque me pareces creyente en Alá, y contándomelo
tendrás algún remedio a tu necesidad, por ventura de Alá."
Dice
Ibn Abbas que Tamim Addar le contó todo lo que había pasado y lo que le había
acontecido con su mujer, y de cómo lo tomó y arrebató un genio perverso que
lo tenía allí y que le 'hacía muy grandes injurias. Y al momento dijo el genio
creyente:
-"Has
de saber, Tamim Addar, que yo soy el genio de los genios creyentes, y soy el
mayor y el rey de ellos, y soy creyente en Alá y si quieres salir de este
trabajo, te llevaré como amigo en mi compañía. Tengo dos hijos pequeños que habrás
de enseñar a leer el Corán, y allí estarás a tu placer, que ni genio ni ningún
otro te enojará ni te hará injurias."
Dice
Ibn Abbas que el genio creyente, como era el rey, venía acompañado de grandes
caballeros y muchos barraganes de los genios creyentes, y vino sobre aviso de
que allí hallaría a aquel hombre. Y estando en esto, llegó el diablo impío, Alá
le maldiga, que venía a hacer mal, y entró en su cueva y halló al genio
creyente y, hablándole con mucha cortesía, le dijo:
-"Oh
rey, ¿qué es lo que te place? ¿A qué has venido a mi casa? Maravillado estoy de
ti. ¿Qué es lo que quieres de mí? Ya sabes que por ti haré todo lo que tu
voluntad desee.
Dijo
el genio creyente:
-"A
bien hablar, mejor obrar. Has de saber que me han dicho con certeza cómo tenías
a este hombre y por ello he venido aquí y veo que es verdad. Me dicen que es
gran lector del Corán y, como ya sabes, tengo dos hijos pequeños y quería
enseñarles a leer y este hombre los enseñará. Te ruego que me lo des pues sabes
que es creyente como yo."
Respondió
el maldito diablo:
-"Rey,
demanda de mi casa cualquier otra cosa, que eso no lo haré porque este hombre
me guerrea con crudas afrentas mediante la oración y la ablución y aún aquí
donde lo tengo lee una vez cada día del mundo el Corán. Y tu ya sabes, oh rey,
que cuando se lee el Corán me derrito como la cera en el fuego."
Al
momento dijo el genio creyente:
-"No
esperaba de ti otra respuesta. Has de saber que este hombre es de mi creencia y
según la razón debo tenerlo yo y no tú. Y el tiempo que aquí lo has tenido me
has hecho a mí un gran enojo y mayor agravio. No me iré sin él."
Y de
esto tuvo Tamim Addar muy gran placer y dijo:
-"Oh
rey de los genios creyentes, que Alá se apiade de ti, no me dejes aquí que yo
enseñaré a tus hijos."
Rápidamente
respondió el genio maldito:
-"Por
hacerme a mí mayor guerra, dices que enseñarás a sus hijos para acrecentar mis
enemigos; pero antes que salgas de aquí, le costarás la vida a muchos."
Y
empezó a gritar con tanta fuerza que parecía que el cielo se desplomaba sobre
la tierra, y a los gritos del maldito se juntaron más de mil millones de
genios diabólicos; y entablóse una batalla que amenazaba con hundir el
universo. No se oían sino alaridos y el movimiento de los cerros y las peñas
con gran alboroto.
Duró
mucho rato el matar y el herir; y al fin vencieron los genios creyentes y
capturaron a muchos, entre los cuales iba el rey de los infieles. Y llevaron a
Tamim Addar y al rey de los genios creyentes a otra montaña, y cuando todos los
genios creyentes hubieron llegado, mandó el rey que ninguno de ellos le hiciese
mal ni le dijese palabras de injuria a aquel hombre, para que supiesen que era
creyente en Alá y lector del Corán, y que había de enseñar a sus hijos.
Quedó
así Tamim Addar en compañía de los genios creyentes, enseñando a leer a los dos
hijos del rey; y leía y hacía oración, y comía y bebía con ellos, y estaba
alegre y ellos también con él, y los niños aprendían mucho y querían a Tamim
Addar; de este modo pasó tres años.
Dejemos
por ahora a Tamim Addar en esta vida.
Dice
Ibn Abbas que cuando vio su mujer que en tanto tiempo no venía su marido ni de
él sabía nueva alguna, al cabo de los siete años era ya su voluntad casarse
pues había esperado mucho tiempo. Ella y sus parientes fueron a Omar ibn
al-Hatab, Alá se apiade de él, y le dijeron:
-"Oh
rey de los creyentes, has de saber que el marido de esta mujer se ha ausentado
de ella hace ya siete años; la tenemos a nuestro cargo, dale licencia que se
case y que Alá se apiade de ti."
Dijo
Omar, Alá se apiade de él:
-"Tornadla
con vosotros a su casa y que guarde un tiempo de espera por el fallecimiento
del esposo de catorce meses.
Y así
la tornaron a su casa y tuvo el dicho tiempo de espera; volvieron después a
Omar y le dijeron cómo había cumplido su tiempo de espera tal como había
mandado. Omar hizo pesquisa entre los vecinos hasta saber la verdad, miró
después Omar a los que estaban en su obediencia y dijo:
-"Gentes,
¿quién de vosotros querrá casar con esta mujer? Ella ha esperado siete años
para saber de su marido, del que jamás ha tenido nuevas; me pidió divorcio de
él, y yo mandé guardar su tiem-po de espera según la religión que nos dejó
Mahoma, Alá le bendiga y le dé la salvación, y ella lo ha cumplido."
En
este tiempo ya habían fallecido nuestro profeta Mahoma, Alá le bendiga y le dé
salvación, y Abú Bakri. Y eligieron a Omar como rey de los creyentes.
Una
vez oído esto, se levantó uno de los de la gente, Udratu, que dijo:
-"Omar,
yo me casaré con ella."
Y se
fue a su casa y trajo para ella un sartal de plata y se lo dio a Omar, y Omar
se lo entregó a ella y les dio permiso para casarse. Y así se fue la mujer a su
casa divorciada de Tamim Addar y desposada con el Algudriyu. Y la noche que él
viajó a casa de su mujer, ella tenía guisada la cena, y entró Algudriyu y ella
le sacó las viandas para que comiese, y ella salió del palacio a hacer sus
menesteres.
En
esto descendió a ella un hombre, que le produjo mucho temor, y dijo:
-"Defiéndome
contra Santanás maldito."
Y dijo
él:
-"Con
Alá poderoso me defiendo de ese que tu nombras."
Al
momento respondió ella:
-"¿Quién
eres tú y quién te metió o mandó entrar en mi casa sin licencia?" Dijo él:
-"Yo
soy tu marido Tamim Addar."
Y ella
lo conoció en el habla, que no en la figura, porque estaba tan distinto en su
apariencia, con barba y cabellos largos, muy espantoso, pues en los siete años
no se cortó el pelo ni la barba. Y cuando Algudriyu, el segundo marido, oyó las
razones salió y dijo:
-"¿Quién
eres tú?”
Respondió
él:
-"Yo
soy Tamim Addar, y la casa es mía y la mujer también."
Al
momento preguntó Algudriyu a la mujer si conocía a aquel hombre. Ella dijo que
no lo conocía.
Dijo
entonces Algudriyu:
-"Ciertamente
pienso que eres un ladrón, porque Tamim Addar se fue de esta tierra hace siete
años y cuatro meses y diez días, que jamás tornó ni visitó a su mujer, y yo
estoy casado con ella y ésta es la primera noche que con ella estoy."
Y de
esto tuvo Tamim Addar muy gran placer y dijo:
-"Por
Alá, dices verdad, pero yo estuve ocupado en un hecho maravilloso, que me ha
vedado el visitarla."
Ya así
los dos discutieron gran rato, y llegaron a punto de matar-se. En ese momento
dijo la mujer:
-"Por
Alá os pido que durmáis esta noche los dos juntos sin enojo, yo dormiré en otra
parte, y que mañana juzgue entre vosotros Omar, Alá se apiade de él, con el
juicio verdadero que dejó Mahoma, Alá le bendiga y le dé salvación."
Cuenta
el narrador que durmieron los dos juntos en una habita-ción y ella en otra,
hasta que amaneció Alá con su hermosa mañana. Y fueron ellos y ella, y otros
muchos de la ciudad que supieron del hecho, ante Omar, Alá se apiade de él.
Y dijo
Algudriyu:
-"Oh
rey de los creyentes, juzga tú entre mi mujer y este hombre, que esta noche
entró en mi casa sin mi licencia y me ha vedado a mi esposa."
Al
momento dijo Omar al otro:
-"Hermano,
¿quién te mandó entrar en casa de este hombre sin su licencia y vedarle la
mujer a tal hora de la noche?"
Respondió
Tamim Addar:
-"Rey
de los creyentes, debéis creer tú y los presentes que la casa es mía y la mujer
también. ¿No me conoces?"
Dijo
Omar:
-"Y
¿quién eres tú, hermano? Que se apiade Alá de ti."
Respondió
él:
-"Yo
soy Tamim Addar."
Preguntó
Omar:
"Hermano,
¿has visto a alguno ausentarse siete años, cuatro meses y diez días de su casa
sin enviar noticia alguna a su mujer?"
Respondió
Tamim Addar:
-"Rey
de los creyentes, escucha lo que te diré: Bien te acuerdas que estando un día
conversando con el mensajero de Alá -MahomaAlá le bendiga y le dé salvación,
dijo que cualquiera que durmiese con su mujer, que luego se purificase y no
durmiese sucio, ya que si durmiese sin purificación podría acaecerle alguna
cosa de parte de Satanás, y su daño sería a su persona. Y yo, rey de los
creyentes, siempre guardé estas palabras de Mahoma, Alá le bendiga y le dé
salvación. Pero una noche salí de la cama para purificarme y mi mujer dijo en
burla desde la cama: "Tomadlo, compaña de genios."
Y
entonces, Omar, se paró delante de mí un rey de los genios con muchos vasallos,
y él, muy fiero, muy grande, con muy mala figura -tenía cuernos como un buey-
me tomó sobre sus espaldas y viajando por el aire me llevó a su cueva, y allí
me hicieron pasar muy grandes penalidades, y cuando hacía oración, me apedreaban;
y sufrí esto el tiempo que quisó Alá.
Y uno
de aquellos días ocurrió que descendieron sobre mí una muchedumbre de genios
creyentes de Alá y capturaron a muchos de los genios descreyentes, y me
llevaron a mí detrás de aquellos cautivos, y me dijeron:
-"¿De
dónde has venido, hijo de Adán?"
Respondí:
-"Yo
soy de la compaña de Mahoma, Alá le bendiga y le dé salvación."
Y les
hice saber toda mi historia y todo lo que me había ocurrido, y me dijeron:
-"No
tengas miedo, creyente, pues nosotros somos genios que creemos en Alá y en su
mensajero."
Y
estuve con ellos enseñando a sus hijos el Corán, y cuando hacía oración, ellos
la hacían conmigo. Y un día pensé en mi mujer y en vosotros, y me vino el
deseo de hacer oración en la mezquita del profeta Mahoma, Alá le bendiga y le
dé salvación, y lloré por ello. Y me dijeron:
-"¿Por
qué lloras, compañero de Mahoma?"
Y les
conté mi añoranza, y tuvieron piedad de mí y me llevaron delante de su rey,
padre de los niños a los que yo enseñaba, y le hicieron saber mi deseo. Luego
mandó llamar a su gente y llegados junto a él, les dijo:
-"¿Cuál
de vosotros llevará a este hombre a su casa?"
Al
instante, Omar, se levantó un genio muy grande y dijo:
-"Yo
lo llevaré si quiere Alá en un mes.''
Dijo
el rey:
-"Más
rápido querría que fuese."
Se
levantó otro y dijo:
-"Yo
lo llevaré en ocho días."
Dijo
el rey:
-"Más
presto querría que fuese."
Se
levantó otro y dijo:
-"Yo
lo llevare en un día."
Dijo
el rey:
-"Más
presto querría que fuese."
Y se
levantó un genio monstruoso, muy grande, al que no podría describir, pero que
me pareció que era el mismo que me tomó en mi casa y dijo el rey:
-"Quiero
que seas tú quien lleve a su casa a este hombre.”
Respondióle:
-"Me
place, pero no ha de nombrar a Alá en el camino."
Contestó
el rey:
-"Enemigo
de la verdad, cuando lo raptaste de su casa y lo llevas-te a tu cueva, a Ala te
nombraba. Más sea. ¡Oh Tamim Addar! cabalga sobre él y que Alá te guarde de
él, porque es de los que no conocen pecado, ni demandan perdón, pero estoy
contento de que esté bajo mi obediencia. Es el que te tomó en tu casa, que fue
cautivo el día de nuestra guerra; él te llevará."
Y
cabalgué en él, y voló conmigo en el aire hasta que llegó al primer cielo, pues
se oían las glorificaciones y santificaciones de los ángeles, y yo leía:
"Di: El es Alá, es único", y comenzó el Satanás a derretirse como el
plomo en el fuego, y caí de encima de él hasta que llegué a la tierra como un
copo de lana y quedé tendido sin sentido tres días.
Después
Alá, poderoso y ensalzado es, me tornó en mi sentido, y me hallé en una isla
muy grande y llena de vegetación, y comí de sus frutas y bebí de sus aguas; y
estuve tres días y caminé por una tierra blanca que parecía alcanfor, relu cientes
como rayos de sol; y llegué a una ciudad edificada de oro y plata y piedras
preciosas; y era tan larga como ancha y sus puertas parecidas a las del paraíso.
Y me maravillé mucho de su construcción y entré en ella, y vi cuatro ríos y
muchas aves que cantaban cada una su lenguaje, y la mayoría de sus árboles eran
datileras y mengranos repletos de frutas, y me dije: "Alabado sea Alá.
Cómo me parece esta ciudad a la del paraíso, aquella que nombró Alá en su honrado
Corán."
Y
comencé a caminar y no muy lejos de allí vi unas sierras muy altas y más
blancas que la leche, en ellas había ciudades y castillos de los cuales nadie
sabe su historia sino Alá, tan alto es.
Después,
rey de los creyentes, me fui y hallé no muy lejos de allí un alcázar muy
grande, que jamás se vio otro más hermoso: era un pabellón de piedras preciosas
y de joyas, bordados con oro y plata; entré en el alcázar y vi a un hombre que
tenía en su mano una espada y una lanza; y hombres heridos que derramaban
sangre, y ellos del mismo color que la sangre y con un olor mejor que el almiz-cle
fino; y a su alrededor muchos niños chicos que parecían piedras preciosas. Y
dije para mí: "Válgame Alá. ¿Para quién será esta mo-rada?"
Después
salí de allí y caminé no mucho y vi una sierra muy alta y grande y encima de
ella hombres haciendo oración y dije para mí: "¿Quiénes serán estos
hombres? Quizás están perdidos como yo?" Y me fui hacia ellos y les saludé
y no me devolvieron el saludo; esperé a que acabasen de hacer oración, pero
jamás paraban de hacerla. Después que me alejé de ellos me encontré a dos
caballeros que caminaban muy aprisa y en sus manos llevaban varas refulgentes;
me saludaron y yo les devolví el saludo y me dijeron:
-"¿Eres
tú el hombre perdido de la compaña?"
Respondí
yo:
-"Sí,
efectivamente"
-"Has
visto maravillas muy grandes -añadieron ellos- pero ve más adelante y hallarás
quien te ayude si lo quiere Alá, tan alto es."
Después
caminé un poco más y vi un pabellón blanco y en él un viejo blanco, vestido de
blanco, con un copa blanca en su cabeza y él de pie haciendo oración; llegué
junto a él y le saludé y él me hizo un seña con la cabeza; cuando hubo acabado
su oración me devolvió el saludo y me dijo:
-"¿Eres
tú el hombre que se ha perdido de la compaña?"
Respondí:
-"Sí".
-"Has
visto maravillas muy grandes -añadió él.
Miré
delante de mí y vi junto a él una mesa preparada y en ella muchas viandas. Y
me dijo:
-"Ahora
bien comerías."
Respondí
yo:
-"Sí,
por Alá que tengo buena hambre."
Me
dijo:
-"Pues
siéntate a la mesa y come en el nombre de Alá, que esta comida te bastará para
todo el tiempo que estés por estas partidas."
Y me
senté y comí una vianda a la que nunca hallé otro gusto sino ser de las
dulzuras del paraíso.
Después
de haber comido le dije:
-"Señor
mío, he visto una ciudad muy grande que tiene trescientas setenta y dos
leguas; tiene seis mil torres labradas de oro y plata y está hecha a imagen de
otra que nombró Alá en su honrado Corán."
Al
momento respondió:
-"Esa
es la ciudad que nombró Alá en su honrado Corán: Iram, la de las columnas. La
hizo Sadad Tab, el hijo de Adad."
Y le
dije:
-"Señor
mío, ¿Cuánto se tardó en construir?
Me
dijo:
-Trescientos
setenta años. Quiso hacerla a imagen del paraíso y cuando se acabó vino a ella
con su gente y sus siervos. Mas al llegar a su proximidad se le puso delante
el ángel de la muerte con figura de hombre y le saludó. Sadad tornó el saludo y
le dijo: "¿Quién eres tú, que tanto pavor impone tu mirada?" El le
respondió: "Soy el ángel de la muerte que vengo a recibir tu alma y la de
todos los tuyos." Y recibió sus almas por el juicio y orden de Alá, poderoso
y ensalzado es. Y nunca llegaron a entrar en la ciudad ni la vieron. Todos los
alcázares y ciudades que viste sobre las sierras eran para sus caballeros y
ministros."
Le
dije:
-"También
he visto un alcázar muy grande que está en la parte despoblada de la región; de
oro y plata."
Me
dijo:
-"Tamim
Addar, aquel alcázar es del paraíso y es para aquellos que mueren en la guerra
Santa, y las criaturas que viste son los hijos de los que mueren en ella."
Le
dije:
-"Señor
mío, sobre la sierra vi unos hombres haciendo oración."
Me
dijo:
-"Aquellos
son los que quedaron de los apóstoles que andaban conjesús, hijo de María, la
paz sea con él y rogaron a Alá que les diese vida para servirlo hasta que Jesús
descendiese a este mundo. Y quedaron allá donde los viste por licencia de Alá,
tan alto es."
Le
dije:
-"También
vi dos caballeros con mucha prisa que llevaban en sus manos lanzas refulgentes."
Me
dijo:
-"Son
los ángeles Gabriel y Miguel, que los envió Alá para indicar-e el camino
adecuado."
Y le
dije:
-"Señor
mío, ¿quién eres tú?"
Me
respondió:
-"Soy
el profeta Elías. Ahora mira ese mar; vete por la orilla que en ella hallarás
el camino, si así lo quiere Alá, tan alto es; que con El es tu
liberación."
Le di
el saludo y anduve por la orilla del mar durante diez días. Vi una nave y le
hice señas, y se acercaron a mí y echaron una barquilla con remos, y me pasaron
a la nave con ellos y hallé, en ella gentes que no las entendía ni ellos a mí.
Vi un anciano que leía las palabras de Alá, las descendidas de las cartas de
Abraham, la paz sea con él, y me acerqué a él y lo saludé. Me entendió y le
entendí. Y me dijo:
-"Amigo,
¿quién te trajo a esta tierra?"
Le
conté mi historia y me dijo:
-"Has
visto maravillas muy grandes. Has de saber que nosotros somos del linaje de
Set, la paz sea con él. Venimos del lugar donde se pone el sol, y te oímos
nombrar a Mahoma, Alá le bendiga y le dé la salvación; y es nuestra obligación
visitar a quien lo nombre."
Después
que hizo saber al viejo mi historia, todos vinieron junto a mí y me daban
aquello que tenían y me honraban cuanto podían.
Y
estuve con ellos en aquella nave seis meses. Estando así, vi que se despedían
unos de otros y lloraban. Y le dije al viejo:
-"¿Por
qué hacen esto estas criaturas?"
Me
respondió:
-"Mira
adelante."
Miré y
vi una sierra muy alta, negra, en medio de la mar y redon-da; parecía cortada
con sierra.
Y me
dijo:
-"¿Ves
aquella sierra?"
Dije
yo:
-"Sí."
Me
dijo:
-"Lloran
porque jamás llegó aquí nadie que no se perdiese."
Y en
esto llegó la nave a la sierra y se hizo pedazos, y se ahoga-ron todos, ya que
no vi a ninguno escaparse, y me quedé solo.
¡Oh,
Omar!, salí en una tabla que quedó a merced de las olas y estuve así diez días
durante los cuales bien quise morir.
Me
echaron las olas en una isla mayor que la primera, y perma-necí desmayado tres
días hasta que Alá me devolvió el sentido. Me levanté y erré por la isla y no
hallé en seis días criatura ninguna. Un día hallé un pabellón verde y en él un
mancebo vestido de verde, con una toca verde, y hacía oración de pie. Me
acerqué a él y le saludé. Acabada su oración me tornó el saludo y me dijo:
-"¿Eres
tú el hombre perdido de la compaña?"
Respondí
yo:
-"Sí."
Me
dijo:
-"Has
visto maravillas muy grandes. Ahora ve a aquellas sierras que ves delante de ti
y en ellas verás otras que jamás vio nadie antes de ti."
Y me
fui a ellas y vi una cueva muy grande y en ella una perra que ladraba con la
fuerza de mil como ella. Cuando la vi, tuve miedo.
Y una
voz desde el cielo dijo:
-"No
tengas miedo, entra en la cueva y verás maravillas."
Y entré
y vi, Omar, una cama de piedras y en ella un viejo dormido, y me sintió y se
sentó encima de la cama y me dijo:
-"¿Quién
eres tú? ¿De dónde vienes? ¿Qué criatura eres?"
Yo le
respondí:
-"Soy
de la congregación de Mahoma, Alá le bendiga y le dé salvación."
Omar,
cuando oyó nombrar a Mahoma, se empezó a hinchar hasta que no cabía dentro de
la cueva y me dijo:
-"¿Se
acerca la llegada de Mahoma, o ha venido ya?"
Le
dije:
-"Sí,
Mahoma ya ha venido, que Alá lo mandó de mensajero y para pagar el diezmo y
todo lo demás que le fue encomendado, lo cumplió, y recibió Alá su alma para
sí, y lo descendió a la casa de la honra."
Me
dijo:
-"Cuando
te separaste de él, ¿cómo dejaste los mandamientos de la religión?"
Respondí:
-"Los
dejé como mandó Alá."
Me
dijo:
-"¿Practican
la usura? ¿Publícanlo en las plazas?"
Dije
yo:
-"No."
Me
dijo:
-"¿Obran
las maldades?"
Dije
yo:
-"No."
Me
dijo:
-"¿Ayunan
en el mes de Ramadán?"
Dije
yo:
-"Sí."
Me
dijo:
-"¿Hacen
oración?"
Le
dije:
"Sí."
Me
dijo:
-"¿Dicen:
No hay Dios sino Alá y Mahoma es el enviado de Alá?"
Dije
yo:
-"Sí,
no hay chico ni grande que no lo diga."
¡Oh,
rey de los creyentes! en esto él se derritio como la cera en el fuego y me salí
de allí y hallé un pozo muy grande, y vi en lo profundó del pozo dos personas
colgadas de sus pestañas y el fuego debajo de ellos, y vi no muy lejos de allí
muchas mezquitas y en ellas muchas criaturas, vestidas con ropas verdes,
haciendo oración, y me volví a la mezquita primera, saludé al mancebo y le
hice saber lo que había visto. Me dijo:
-"Amigo,
en la cueva viste al viejo de un ojo, al maldito Almacid Adajal y la perra
negra que viste es la bestia en la que cabalga, la cual atravesará el mundo en
un día, porque su paso es tan amplio como todo lo que podría ver un hombre en
tierra llana, y no saldrá hasta el fin del mundo, y cuando tenga que salir
habrá señales y serán éstas: se acabarán las oraciones, y se prohibirán los
diezmos; será mucha la usura y no honrará el chico al grande; no se apiadará el
rico del pobre, no se prohibirá el mal aunque lo hagan en público; se someterán
los reyes. Cuando pase esto serán los creyentes humillados, los malos muy
honrados; serán muchas las maldades cuando salga este malvado. En cuanto al
pozo en que hallaste a dos hombres colgados de las pestañas y el fuego debajo
de ellos, son Haruta y Maruta, que escogieron la pena de este mundo sobre la
pena del otro mundo, y los hombres que viste haciendo oración en las mezquitas
son los que quedaron de los compañeros de Jesús, la paz sea con él, y sirven a
Alá hasta el día del juicio.
Y le
dije:
-"Señor
mío, ¿que hay detrás de esta sierra que se llama Kaf, que rodea todo el mundo
como cerca el adarve una ciudad, y que es de piedra preciosa?"
Añadí:
-"Señor
mío, ¿qué hay detrás de esta tierra?
Me
dijo:
-"Cuarenta
islas, cada una de ellas cuarenta veces mayor que el mundo, y todas ellas
llenas de ángeles cuyo número sólo lo sabe Alá, poderoso y ensalzado sea."
En
esto vino una nube negra, y en ella venían los Angeles de la Pena con truenos y relámpagos
fuertes, y dijeron al joven:
-"El
saludo de Alá sea sobre ti. Dinos si necesitas algo."
Dijo
él:
-¿A
dónde vas, nube?
Le
dijo:
-"Voy
sobre las gentes que se nutren de Alá y sirven a otro señor que no es él. Me
envía Alá con la pena y la saña para destruirlos."
Le contestó:
-"Vete
con la bendición de Alá."
Estando
en esto vino otra nube blanca y en ella los Angeles de la Piedad. Y llegó junto a
nosotros y le dijo el mancebo:
-"La
salvación de Alá sea sobre ti, amigo de Alá. Di si necesitas algo."
Respondió:
-"¿Adónde
vas, nube?
Dijo
ella:
-"Voy
a las gentes que son creyentes de Alá a darles aguas bue-nas, que se empapen
sus tierras y que nazcan hierbas para su gana-do. Mira si necesitas algo."
Dijo
él:
-"Nube,
querría que llevases a este hombre a la Medina del profeta Mahoma, Alá le bendiga y le dé
salvación."
Dijo
la nube:
-"Oigo
y obedezco a Alá el piadoso."
Y me
dijo:
-"Sube
y cabalga en ella."
Y me
dio Alá, poderoso y ensalzado es, sueño y no desperté hasta que me vi en mi
casa. Esto es lo que me ha acaecido e impedido en este tiempo venir a mi casa,
¡oh, rey de los creyentes!
Después
de esto dijo Omar:
-Alá
es grande. Con esto nos despidió Mahoma, Alá le bendiga y le dé salvación,
antes de su muerte.
Dijo
Alí ibn Abi Talib, Alá se apiade de él:
-Que venga un barbero.
Y vino
e hizo afeitar a Tamim Addar y devolverlo a la forma y estado en que andaban
los compañeros de Mahoma. Hecho esto, dijo:
-Yo
juzgo y digo lo siguiente: "que si Tamim Addar se hubiera ausentado por su
propia voluntad y fuera libre para poder venir y no viniera, que el casamiento
fuera lícito y el divorcio dictado por Omar fuera bueno. Pero él no tuvo
libertad para venir; el casamiento creo que no sería lícito, pero lo mejor y
más justo es que diga la esposa a cuál de ellos quiere."
Dijo
ella:
-Por
aquel que envió a Mahoma con la verdad, jamás vi, ni descubrí mi persona sino
a Tamim Addar el cual es mi marido, y no lo descubriré salvo a él.
Dijo
Alí, Alá se apiade de él:
-Yo
mando que devolváis a Algudriyu lo que gastó, y ella que vaya con Tamim Addar.
Y
fuéronse todos contentos y pagados con este juicio.
Esto es lo que nos llegó del apartamiento de Tamim Addar con la
bendición de Alá. Alabanza a Alá, Señor de los mundos. No hay Dios sino Alá, y
Mahoma es su profeta. Y no hay fuerza ni poder sino en Alá, excelso y grande.
Perdone Alá a su escritor y a su lector y a su escuchador y a toda la
congregación de Mahoma, Ala le bendiga y le dé la salvación. Amén, Amén
117. anonimo (morisco)