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miércoles, 29 de agosto de 2012

Historia de la conversión de omar

EN EL NOMBRE DE ALA, EL CLEMENTE, EL MISE­RICORDIOSO.

Esta es la historia de Omar al-Hatab, Alá esté satisfecho de él y del pro­feta Mahoma, Alá le ben­diga y le dé salvación.
Cuentan Ahmed ibn Sa­lih y ibn Abaç, Alá esté satisfecho de él, que se le reveló a Mahoma, Alá le bendiga y le dé salva­ción, un versículo del Corán que dice: "Voso­tros, los que adoráis a otro señor menos po­deroso que Alá, seréis destinados al infierno y allí seréis llevados."
Dice Ibn Abaç que cuando Abu Jahli, maldí­galo Alá, supo cómo había descendido del cielo aquel versículo a Mahoma, Alá le bendiga y le dé salvación, y cómo condenaba a los suyos, a sus padres y abuelos, se levantó un día el maldito AbuJahli en el santuario de las ídolas y comenzó a arengar a sus seguidores y dijo:
-Oh tribu de Curayssi, este hombre que se llama Mahoma, ha insultado a nuestros dioses y dice que todos nuestros antepasados, nuestros padres y abuelos, son fuego del infierno. Por esto digo que a quien mate a Mahoma le daré cien camellas coloradas y cien negras, y mil onzas de plata blanca y mil de oro bermejo.
Al momento se levantó Omar ibn al-Hatab, que por entonces vivía en la fe de Abu Jahli, y dijo:
-¿Harás verdaderamente lo que dices?
Respondió Abu Jahli:
-Sí. Pagaré al momento una vez muerto Mahoma.
Lo tomó Abu Jahli de la mano y entraron en el santuario de las ídolas donde le hizo jurar ante ellas que cumpliría lo prometido. Y ésa era la costumbre de los idólatras que no hacían sino pedir consejo y licencia a las ídolas.
Hecho el juramento, salió Omar con su es­pada y su ballesta para ir a matar a Mahoma, y se encontró con uno de los Bani Zuhayra, que le preguntó:
-¿A dónde vas?
Respondió:
-A matar a Mahoma.
Contestó el otro:
-Ten cuidado, te hará musulmán con sus manos, y además, ¿cómo estás seguro de que los de Abdu al-Mutalib y los de Bani Hassim te deja­rán darle muerte y no te matarán antes a ti?
Dijo Omar:
-Y ¿No será que tú estás en la religión de Mahoma? Si lo supiese con seguridad, pagarías también como él.
Respondió el otro:
-Yo estoy en la religión de Ibrahim y de Ismael; para que veas lo apartado que estoy de él.
Llegando Omar a la huerta de la ciudad de la Meca, hónrela Ala, halló una tribu que degollaba un becerro para comer su carne. Y según llegó Omar soltó Alá el habla al becerro que, con len­gua suelta y clara, dijo:
-Vosotros, los que me degolláis, sabed que ha llegado el que revelará todas las verdades. Su lema es: "No hay más dios que Alá y Mahoma es su profeta."
Dice Ibn Abbas que así como lo oyeron salieron huyendo y quedó Omar muy espantado, maravi­llándose de aquellas palabras, diciendo:
-Esto es un gran hecho, si no mato a Mahoma antes de que se extienda más su fama, todos sere­mos puestos en duda.
Y se fue derecho a la ciudad de la Meca, hón­rela Alá, a la casa del consejo donde estaban los mayores de los Curayssi, y les contó lo que había oído al becerro.
Dijeron los de Curayssi:
-Si otro lo dijese que no fueses tú, no lo cree­ríamos; no obstante no se lo digas a nadie.
Dijo Omar:
-Juro por Alá no encubrir cosa alguna, sea verdad o mentira, que yo haya oído.
Y se marchó y a todo el que encontraba se lo contaba. Y llegó a una plaza y halló a un grupo que iba ante la ídola a que les librase un pleito. Y Omar fue con ellos, y cuando estuvieron delante de la ídola Habal, habló dentro de ella un cla­mante que decía:
-Gentes que tenéis entendimiento, no sir­váis a las ídolas que no tienen poder ni valor para juzgar un pleito, ni bien ni mal. Servid a Alá, que no tiene otro señor sino él; en su poder están las llaves del saber; seguid a su profeta Mahoma, Alá le bendiga y le dé salvación:
Cuenta Ibn Abbas que cuando oyeron aque­llas palabras, salieron todos huyendo espan­tados, maravillándose de aquello.
Y se fue Omar, siempre con voluntad de matar a Mahoma y encontróse con uno de los de Abbu al-Mutalib que le dijo:
-¿Dónde vas Omar?
Contestó:
-A matar a Mahoma.
Dijo el otro:
-Piénsalo bien, pues hay entre nosotros quien podría acabar contigo.
Respondió Omar:
-Te juró por mi ley que tu pagarías por él si no fueras mi amigo.
Añadió el otro:
-Y ¿Crees que por miedo a ti dejaré de decir la verdad? Por Alá, te diré una cosa que habrá de maravillarte.
Preguntó Omar:
-¿Y cuál es?
Respondió el otro:
-Sabrás que tu hermana y tu cuñado se han convertido a la religión de Alá.
Dijo Omar:
-No puede ser. ¿Cómo sabré que es verdad lo que me dices?
Contestó el otro:
-Te diré cómo lo sabrás. Cuando vayas a su casa no comerán de tu carne, ni harán mención de ti como solían.
Y se fue Omar a casa de su hermana muy irri­tado. Y era la hora del capítulo de Ta-Ha y su her­mana estaba leyéndolo. Omar se detuvo a la puerta de la casa a escuchar y oyó lo que leían. Llamó a la puerta y su hermana escondió el libro. Y entró Omar y dijo:
-¿Qué nuevas son éstas?
Dijo su hermana:
-Palabras con las cuales nos alegramos.
Y él no quiso saber más y pidió un carnero. Cuando se lo trajeron lo degolló y se lo dio a su hermana para que lo guisase, y cuando estuvo guisado dijo Omar:
-Sentaos y comed conmigo.
Respondió la hermana:
-Come hermano, que nosotros no comere­mos porque hemos prometido no comer de tu guisado.
Dijo Omar:
-Por Alá, es verdad lo que me dijeron.
Y levantándose, hirió gravemente a su her­mana ensangrentándole la cabeza.
Y ella comenzó a gritar diciendo:
-Traidor manifiesto, negador de la verdad. Soy testigo de que no hay más dios que Alá y Mahoma es su profeta.
Y quedó Omar muy turbado y entristecido, y cuando vino la noche se escondió Omar en algún lugar de la casa, y su hermana y su mari-do en su cama; y cuando pasó la media noche se levantó su hermana y despertó a su marido diciéndole:
-Said, levántate y leeremos nuestro capítulo del Corán, porque hemos dormido ya mucho esta noche.
Y levantáronse y tomaron ablución y pusié­ronse a leer diciendo:
-En nombre de Alá, el Clemente, el Miseri­cordioso. Ta Ha. No te hemos hecho descender el Corán para que padezcas, sino como recuerdo para quien es temeroso. Lo ha hecho descender quien creó la tierra y los altísimos cielos, el Cle­mente, que está instalado en el trono; a él perte­nece lo que está en los cielos y lo que está en la tierra.
Cuando Omar oyó leer estas palabras, levantó la cabeza y dijo:
-Hermana, ¿tu señor es ese que dice el ver­sículo del Corán que es el señor de los cielos y de la tierra y de lo que hay en ellos?
Respondió ella:
-Sí, lo juro por Alá, hermano, y más aún de lo que dice el ver-sículo.
Dijo Omar:
-Por Alá te juro hermana que tenemos noso­tros en nuestra villa mil quinientas ídolas que todas ellas juntas no señorean ni un palmo de tierra ni en la Meca ni en toda su tierra. Dame hermana ese libro que lo quiero ver.
Respondió ella:
-Tengo miedo, lo quemarás.
Contestó Omar:
-Dámelo hermana, que yo te juro por la honra de nuestro padre al-Hatab devolvértelo sano y salvo.
Se lo dio al momento, y comenzó a mirarlo y recitó con su propia voz el versículo y Alá le dio a pensar aquello en su corazón y le puso el deseo de la religión de Mahoma, y dijo a grandes voces:
-Señor, yo doy testimonio de que no hay otro dios sino Alá y de que Mahoma es su mensa­jero.
Y así pasaron toda la noche leyendo y Omar decía:
-Señor Alá, ¿cuándo llegará el alba para ir a casa de Mahoma y poder verlo?
Entraba y salía a menudo para ver si era ya de día, y no pudo descansar, tanto era el deseo que tenía, hasta que amaneció Alá. Cuando fue de día entró uno que se llamaba Habazir al-Azar y le dijo:
-Omar, has de saber que Mahoma, Alá le ben­diga y le dé salvación, ha rogado a Alá toda esta noche para que esfuerce su religión contigo y espera que Alá le haya oído; por eso mira lo que te cumple.
Dijo Omar:
-Llévame donde está Mahoma.
Dijo el otro:
-Omar, lo hallarás en casa de su tío Hamza.
Y salió Omar de casa de su hermana para ir a casa de Hamza y hacerse musulmán en las manos de Mahoma, Alá le bendiga y le dé salvación, habiendo venido para matarlo.
Yendo por el camino topó con un grupo que iba a la ídola mayor con un pleito, y le di­jeron:
-Omar, ¿quieres venir con nosotros?
Respondió:
-Sí.
Y cuando estuvieron delante de la ídola que había de juzgar el pleito, vieron un clamante que decía:
-Dejad el servicio de la ídola llamada Azza­mar y servid a Alá, que es uno y poderoso, y seguid a su profeta Mahoma que ha heredado la profecía de los mensajeros, que todo lo de­más es vanidad.
Dicen que se maravilló mucho la gente y dijo Omar:
-Yo digo que en los cielos hay un señor sabe­dor de todo, lo secreto y lo público: No hay señor sino él, sin compañero; suyos son los hom­bres buenos.
Y salió Omar diciendo estas palabras, y creció su fe en Alá que llegó a casa de Hamza con la espada colgada al cuello.
Y le dijo Hamza:
-¿A dónde vas, Omar? ¿Buscas a Mahoma para matarlo como has dicho? ¿Para qué lo quie­res? ¿No sabes que los de Abdu al-Mutalib somos muchos y que hay entre nosotros quien no te tendrá ningún temor?
Dice Ibn Abbas que cuando lo oyó Mahoma, Alá le bendiga y le dé salvación, salió muy aprisa y acercándose dijo:
-Omar, conviértete en musulmán, si no te ocurrirá como a Alwalid ibn Magabirati.
Dice Ibn Abbas: Al acabar de hablar Mahoma comenzaron a temblarle a Omar las piernas y a doblarse sus rodillas; cayósele la espada, bajó la cabeza con temor y vergüenza ante el mensajero de Alá, Mahoma, Alá le bendiga y le dé salvación, y dijo con mucha vergüenza:
-Mahoma, doy testimonio de que no hay otro señor sino Alá, sin compañero, y que tú eres Mahoma, su siervo y su mensajero.
Y recibiéronle muy honradamente y se hizo con Omar todo el rito musulmán de las manos de Mahoma. Estando así todos con gran placer en casa de Hamza dijo Omar:
-¿Cuántos musulmanes somos, mensajero de Alá?
Respondió Mahoma:
-Treinta y nueve y contigo cuarenta.
Dijo Omar:
-Mahoma, a la ídola Alata w-Al'uzza sirven públicamente los de Curayssi más allá de los montes y a la ley de Alá purificada y verdadera, secretamente; a Alá no se le servirá de hoy en adelante sino públicamente, mensajero de Alá.
Cuando amaneció Alá otro día, muy tem­prano, dijo Omar:
-Mensajero de Alá, vayamos todos a la Meca donde están los incrédulos.
Y se fue Mahoma, Alá le bendiga y le dé salva­ción, y Omar y Abu Bakrí a su derecha, y su tío Hamza a la izquierda con todos los demás cua­renta musulmanes hasta llegar al santuario de la Meca, casa del consejo de los Kurayssi y cuando vieron a Mahoma y a Omar, con ellos dijeron:
-Bienvenido Omar, ni en el cielo ni en la tie­rra ha nacido otro como tú, ya trae cautivos a Mahoma y a sus seguidores.
Dijo Omar:
-Enemigos de Alá y de su mensajero Maho­ma, sabed que soy musulmán y creo en la reli­gión de la verdad y no hay señor sino Alá solo, sin compañero. Y Mahoma es su siervo y su mensa­jero. Y hoy, en este día serán quebradas vuestras ídolas y vuestra vanidad.
Dice Ibn Abbas: Cuando oyeron estas palabras se espantaron y maravillaron, diciendo:
-Hemos enviado a Omar a matar a Mahoma y le vemos con ellos en su religión. Este es un hecho grande y señalado que ha descen-dido sobre nosotros.
Y arremetieron contra él y contra todos ellos hasta que los sacaron de la casa. Aquel día Omar mató más de setenta hombres de los infieles; y vino Mahoma y abrazándolo dijo:
-Esforzado es el Islam con Omar.
Y tomaron ablución toda la compañía de Mahoma e hicieron las dos inclinaciones del alba en la casa; y cuando acabaron su oración dijo Omar a Mahoma:
-¿Quieres entrar en el Templo Antiguo, al recinto de la ka'aba?
Dijo Mahoma:
-Sí, que gran deseo tengo de hacerlo.
Tomó Omar la delantera y cogiendo la mano de Mahoma, Alá le bendiga y le dé la salvación, decía cantando en verso:
-Ha venido la verdad y ha fundido la mentira. Gentes, éste es Ahmad quien confunde la men­tira y publica la verdad; éste es Mahoma, mensa­jero del Alá verdadero. Testimoniad con él y rogará por vosotros ante Alá.
Y entrando por la puerta de la ka'aba en la Meca decía:
-Idolas, humillaos y postraos ante Mahoma, Alá le bendiga y le dé la salvación.
Dice Ibn Abbas: Al decir Omar estas palabras cayeron todas las ídolas al suelo hechas añicos. Y hecho esto descendió un versículo enviado por Alá que decía: "Oh profeta, Alá te guarde y a todos los creyentes que te sigan."
Por Alá, no pasó mucho tiempo sin que vinie­ran mil hombres a hacerse musulmanes y todo por el esfuerzo de Omar ibn al-Hatab. Esto es lo que sabemos de su historia.
Alabado sea Alá, señor de los mundos. Amén. Que Alá perdone a toda la congregación de Mahoma, Alá le bendiga y le dé salvación.
NO HAY FUERZA NI PODER SINO CON ALA, EL EXCELSO, EL GRANDE.

117. anonimo (morisco)

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