Fray Ignacio era un religioso que tenía por misión
salir del convento a pedir limosna. Evitaba pasar por la casa de don Franchino
porque era un avaro.
Cierto día, don Franchino se quejó al padre prior del
convento de que fray Ignacio no pasaba por su casa y eso le dejaba en mal lugar
ante los vecinos, así que el prior obligó a fray Ignacio a no eludir la casa de
don Franchino nunca más.
El fraile era tan obediente como respetuoso y a la
mañana siguiente se dirigió a la casa que siempre evitaba. Fray Ignacio salió
de aquella hacienda con las alforjas llenas.
Pero al llegar al convento sus hermanos vieron con espanto
que los sacos estaban mojados de sangre.
No es de extrañar que de las alforjas mane la sangre,
pues la limosna de Franchino es fruto de la sangre que exprime de los corazones
de los pobres.
Desde entonces, todos estuvieron de acuerdo en que
ningún religioso llamaría a la puerta de Franchino.
0.999.3 anonimo leyendas,
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