San Eloy era pequeño cuando entró a trabajar como
aprendiz de herrero. Era una época de muchos encargos y todos trabajaban sin
descanso.
El joven Eloy solía pedirle a su patrón que le dejara
trabajar más horas, pero éste siempre le contestaba que ya lo haría cuando
fuera más fuerte, porque de momento era un muchacho sin forjar y más valía
tenerlo bien dispuesto menos horas que, por forzarlo, acabar consiguiendo que
no pudiera trabajar más.
Una noche hubo un encargo urgente: había que terminar
una barandilla. Eloy se puso manos a la obra en secreto pero el patrón lo descubrió
y se dio cuenta del milagro: ¡aquel muchacho no necesita-ba herramientas! Se bastaba
con sus manos porque estaba marcado con la gracia de Dios. El herrero, desde
entonces, rezó con más devoción y fe.
0.999.3 anonimo leyendas,
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