Cierta tarde, un anciano descansaba a la sombra de un
tilo después de pasar la jornada trabajando duramente en la tierra, sembrando y
labrando. Sin aviso alguno se presentó ante él el espíritu del gran rey Salomón
que le preguntó qué hacía allí sentado. El viejo le contestó que estaba
siguiendo sus consejos, pues de él tomó la lección de ser trabajador como la hormiga
y no holgazán como la cigarra.
-Pues aprendiste la lección a medias -repuso el buen
Salomón esbozando una sonrisa, porque si vuelves a estudiar la fábula con
detenimiento, compren-derás que, en el invierno ya de tus años, deberías descansar
y gozar de lo que recogiste y ganaste con el esfuerzo de tu sudor a lo largo de
tu juventud y madurez.
El viejo comprendió en seguida: para él había llegado
el momento de esperar descansado, disfrutando con sosiego sus últimos días.
0.999.3 anonimo leyendas,
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