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martes, 27 de agosto de 2013

El hombre encadenado

A finales del siglo XIX, sucedió que un hombre llamado Juan se ató a una cuerda; sujetó un extremo de ésta a un saliente de las rocas más altas y se anudó él mismo al otro extremo. Así sujeto, descendió hasta una cueva donde se decía que podía estar el «tesoro de Darío». Algunas personas le vieron descender y, llegado a un punto, vieron que se había estancado y no podía avanzar ni retroceder. El tal Juan estaba en peligro, pues empezaban a fallarle las fuerzas.
-¡No desfallezcas! -le gritaron los amigos desde el borde de las rocas. Nosotros tiraremos de la cuerda para sacarte de ahí.
Sin embargo, por más que tiraron con todas sus fuerzas, no hubo suerte, pues aunque pusieron todo su empeño en subirle, Juan no se movía ni un ápice del lugar en el que se había atascado. Cuentan que allí murió de hambre y de sed, y se dice que los guardianes del tesoro fueron la causa de su invisible encadenamiento.

0.999.3 anonimo leyendas -

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