Después de la confusión de las lenguas, Ménrot emigró
a Evilat, en la antigua Persia, y tuvo dos hijos: Hunor y Magyar.
Con el tiempo, ambos hermanos se hicieron cazadores.
Un día divisaron un ciervo que parecía sacado de los prados celestiales.
¡Cobremos esa pieza! -gritó Magyar a sus seguidores.
La persecución duró tres días pero el animal se les
escapó.
Finalmente, rendidos, regresaron a casa. Pero cinco
días después, volvieron a ver al mismo animal maravilloso.
Como atraídos por un encanto, volvieron a seguir su
rastro. Vagaban entre juncales cuando llegó a sus oídos un dulce canto que les
guió hasta dos bellas muchachas. Eran las hijas de Dul, el príncipe de los
alanos.
-Parece que el ciervo quería traernos hasta aquí
-exclamó Hunor.
Los jóvenes se enamoraron de las doncellas y éstas de ellos.
Pronto se celebró una doble boda y así se originaron las naciones hermanas de
los hunos y los magiares.
0.999.3 anonimo leyendas -
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