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martes, 27 de agosto de 2013

El rey virtuoso

Hace muchísimos años vivía en Mitila el buen rey Nami. Poseía un hermoso palacio con siete salones: el primero de plata purísima, el segundo de oro, el tercero de diamantes, el cuarto de rubíes, el quinto de esmeraldas, el sexto de zafiros y el séptimo de marfil. Era tan rico que se había cansado de contar sus riquezas, pero no era feliz.
Por fin, un día el rey abandonó sus posesiones y todos los placeres y abrazó la vida de asceta, refugiándose en el corazón del espeso bosque.
Allí se entregó a la oración y todos en el reino lloraron su ausencia. El dios Indra, que oyó la historia del rey Nami, bajó a la Tierra para probar su virtud y ponerle a prueba. Primero le engañó diciéndole que en su palacio se estaban quemando todos sus tesoros, pero Nami permaneció impasible. Después le tentó para que fortificara su ciudad convirtiéndose en el más poderoso guerrero de la Tierra. Nami dijo que él sólo creía en la victoria de dominarse a sí mismo mediante la paz y la serenidad, sin guerrear.
Indra le preguntó entonces por qué no castigaba a los malhechores de su reino para que fuera un lugar seguro y alcanzara la gloria como el gobernante más justo, a lo que Nami respondió esta vez:
Con frecuencia los gobernantes castigan de forma injusta: se apresa a los inocentes y quedan libres los malvados. ¿De qué sirve entonces someter a los otros?
Indra se quitó su disfraz de sabio y alabó al virtuoso rey Nami por la fuerza y sabiduría de su espíritu, y le aseguró un lugar en el cielo.

0.999.3 anonimo leyendas,

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