Cuando el rey Gyli gobernaba en Suecia, una mujer
hermosa visitó su corte.
El monarca quedó prendado de ella y de su dulzura, así
que antes de que partiese de nuevo le preguntó:
-¿Puedo hacer algo para demostrar lo mucho que me ha
complacido su visita?
Ella contestó que querría una parte de sus tierras: las
que pudiese labrar con cuatro bueyes, a lo que el rey accedió. Pero ocurrió que
la dama no era humana...
Pertenecía, en realidad, a la familia de los dioses
escandinavos y, con su poder, convirtió en bueyes a los hijos que había tenido
con un gigante y los unció a un arado.
Trazó surcos tan profundos alrededor del terreno
otorgado que la tierra marcada se separó del continente. Entonces los bueyes arrastraron
el trozo de tierra hasta el mar... y así nació la isla de Seeland.
0.999.3 anonimo leyendas,
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