Un velero cruzaba el mar del Norte repleto de
mercancías cuando su capitán advirtió que se aproximaba una tormenta. Erik, el más
joven de los marineros, se echó a reír porque a su parecer las aguas seguían tranquilas,
pero el viejo lobo de mar insistió en que la tormenta se acercaba y así fue: en
media hora se desató. Las olas agitaron el barco y el agua arrastró a Erik, que
desapareció sumergido. Cuando se aplacó la tormenta todos le buscaron pero, al no
encontrarlo, el velero tuvo que seguir su ruta dando por perdido al joven
marinero.
Días después, cuando regresaban por la misma ruta, el
vigía gritó que había un náufrago a la vista. Enseguida echaron al mar una
chalupa y rescataron al pobre náufrago que, para sorpresa detodos, resultó ser
Erik.
-¡Es imposible! –murmuró el viejo lobo de mar-.
En todos mis años de capitán no he conocido a nadie
que sobreviviera tantos días nadando en el mar, sin alimento ni agua. ¡Cuéntanos
que te ha sucedido!
Erik tenía la mirada perdida y no dejaba de repetir
que nadie iba a creerle... porque su relato era tan extraordinario como
fantástico:
-Cuando me tiró la ola, algo me arrastró al fondo del
océano. Estaba casi inconsciente y agotado, pero respiraba bien, cuando unos brazos
de seda tiraron de mí. Sin saber cómo, me encontré en un palacio de algas y corales;
el lugar más hermoso que se pueda imaginar. No hay nada semejante sobre la tierra
y tanta belleza sólo puede darse protegida bajo las aguas del océano. Pero lo más
hermoso era la sirena que me rescató.
Sus cabellos parecían de seda negrísima y sus ojos de
purísimas turquesas.
Erik relató que había vivido en el palacio sintiéndose
feliz y no se habría marchado, pero la sirena le había dicho que sus compañeros
marineros iban a pasar por allí y que ella misma le acompañaría a la superficie.
Erik dudó si aceptar, pero comprendiendo que no podía quedarse para siempre en
el océano, decidió regresar a su vida normal.
¿Sería verdad su historia?
Erik lo aseguró siempre.
0.999.3 anonimo leyendas,
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