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lunes, 4 de noviembre de 2013

Origenes del pueblo masai

En el principio de todo, Enkai vivía solo en su trono de oro en la cima del Oldoinyo Lengai, la montaña sagrada. Enkai era el Dios supremo y nadie podía llevar su nombre.

Enkai estaba en todas las cosas: en el trueno que anuncia los aguaceros, en las lluvias que dan vida, en los rebaños que proporcionan el alimento, en las hierbas sagradas, en la luz del cielo sobre la tierra, en la sonrisa de los más pequeños.
Enkai Narok era el dios negro: el dios lleno de bondad y de benevolencia. Pero también podía destruir con su cólera.
Enkai Na-Nyokie era el dios rojo, el dios de la venganza, que podía llamar al rayo, a la sequía, al hambre y a la muerte.
Enkai era el poder supremo.
En determinado momento engendró tres hijos, que fueron los padres de las razas masai, kamba y kikuyu, y dio a elegir a cada uno de los tres entre una vara, un arco y una azada.
Gikuyu, el primer kikuyu, eligió la azada. Enkai le enseñó los secretos de la siembra y de la recolección. Le dio la montaña de Kirinyaga y sus fértiles tierras.
El primer kamba eligió el arco, y Enkai le envió a cazar venados en los inmensos bosques.
Natero Kop, el primer masai, que sabía que Enkai amaba la tierra, el transcurrir de las estaciones, los animales y las vastas llanuras, eligió la vara para guardar los rebaños sagrados del Creador.
Como agradecimiento, Enkai le otorgó todo el ganado que existía en la Tierra.

Fuente: Anne W. Faraggi

0.113.3 anonimo (masai) - 026

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