Considerado
por todos como el duende más popular del litoral, el pombero frecuenta las
umbrías picadas de la selva, no sólo en las provincias mesopotámicas, sino
también en el Chaco, Formosa y buena parte de la ribera santafesina del Paraná.
Sin embargo, y a pesar de su amplia difusión en nuestro país, su origen sería
brasilero, puesto que, según algunos autores, se lo encuentra ya en la
cosmogonía mbyá, y su nombre deriva del verbo `pomberiar", que significa,
literalmente, "espiar" o "acechar".
"Allá por Misiones lo llaman también `el Fantasma
del Monte' -nos acota el padre Zorilla, sacerdote de la diócesis de Ayuí, al
norte de Corrientes, y profundo conocedor de las leyendas locales, pero los
guaraníes lo conocen como el Kuarajhí-Yará,
que tiene tantas apariencias como personas que lo describen. Sin embargo, la
mayoría de las leyendas lo mencionan como un ser invisible que recorre la selva
a la hora de la siesta, vigilando que nadie haga daño a las aves o los
animales pequeños.
"Según la mayoría de los pobladores del monte
-agrega el sacerdote, es un duende bonachón, que ayuda a quien le pide
protección, para lo cual adopta la forma de un indígena, un árbol o, más
generalmente, de un hombre alto, delgado y velludo, tocado con un gran sombrero
de paja y con una caña en la mano, que utiliza para castigar duramente a los
que transgreden sus leyes.
"Otras versiones, focalizadas más al sur, en la
provincia de Corrientes y el norte de Santa Fe, lo describen, en cambio, como
un enano negro, gordo, feo y peludo, que camina con los pies hacia atrás, y que
suele asimilarse al Yací-yateré. Esta
versión hace que algunos investigadores afirmen que su nombre proviene del
término guaraní-mbyá "pombero", que alude a su característica principal
de guardián de los pájaros y los árboles.
"El pombero, según las leyendas misioneras,
recorre la selva a grandes trancos, cuidando los pájaros y los árboles; cuando
oye voces o pasos humanos, se esconde detrás de los arbustos, y allí espera
para ver quiénes han entrado en su mundo y averiguar qué intenciones traen. Si
descubre que se trata de chicos o muchachos que andan cazando pájaros, o
leñadores que se aprestan a derribar un árbol, recurre a mil triquiñuelas para
evitarlo: imita la voz de uno de los jóvenes para llamar a sus compañeros y
alejarlos, simula los ladridos de una jauría de perros furiosos, para
infundirles temor, grita y silba para alejar las aves delante de ellos o, si
son reincidentes, los atrapa y se los lleva, y nunca nadie los vuelve a ver.
Esto hace que los niños, por temor a encontrarse con él, no se alejen de los
ranchos a la hora de la siesta, dejando a sus padres descansar en paz.
"Otras versiones, provenientes del Chaco
oriental, afirman que el pombero castiga a los jóvenes cazadores de pájaros
chupándoles la sangre hasta matarlos, y luego los cuelga de un árbol cerca del
poblado, para ejemplo de los demás. Curiosamente, en estas regiones se lo
describe como un viejo de tez rojiza, con un solo ojo en medio de la frente, dientes
de yaguareté, brazos desmesurada-mente
largos y manos enormes. También se dice que posee una fuerza descomunal, por
lo que nadie puede vencerlo, y que camina en el más absoluto silencio, por lo
que en guaraní se lo llama también pyi-ragüé,
que quiere decir, literalmente, "patas emplumadas" o "patas
velludas".
"El pombero -señala el cura- puede piar, imitar
el canto de todos los pájaros y adoptar distintas formas, como las de un
arbusto de yerba mate, un camalote o un tronco seco, y hasta transformarse en
humo para entrar por un agujero diminuto o el ojo de una cerradura. Para
obtener su amistad pueden ofrecérsele huevos frescos, miel de camoatí o tabaco negro, y no faltan los
que celebran con él pactos de amistad, favoreciéndose con su ayuda.
"En la zona norte de Misiones, en los
departamentos de Iguazú y Manuel Belgrano, se habla de un pombero que sólo
aparece una vez al año, hacia fines de setiembre, y al que se conoce como el ybirá-yará. Su apariencia es similar a
la del duende correntino, pero en vez de una caña lleva un rebenque con el que
azota a todo aquél que pretenda causar daño a los pájaros o los árboles.
"Según Félix Colluccio -concluye el padre Zorrilla,
en la ribera formoseña del río Paraguay, los hacheros y campesinos de la
región consideran al pombero como un amigo invisible en el que se puede confiar
sin restricciones, especialmente para que los libre de los peligros de la
selva. No obstante, si se habla de él durante la noche, se lo debe mencionar en
voz baja, porque le gusta dormir en los hornos de barro y se ofende müchísimo
si se lo despierta sin motivo. En estos casos, si se lo quiere mantener
alejado, el mejor método consiste en colocar una cabeza de ajo en cada rincón
del rancho".
0.015.3 anonimo (argentina) - 027
No hay comentarios:
Publicar un comentario