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lunes, 4 de noviembre de 2013

El daman y el elefante

Ore nabo olong, tenkiterunoto, neitubiru enkai ing'wesi osero, neitayu isapukin onkunyinyi...

Un día, en los comienzos del mundo, Enkai creó a los animales de la sabana. De cada especie creó dos modelos: uno grande y otro pequeño.
Creó a Nyoka Mkubua, la serpiente grande, y a Nyoka Kidogo, la serpiente pequeña. Creó a Swala Pala, el impala, y a Kadjabu, el pequeño antílope, apenas más alto que un helecho. Creó a Simba, el león, y a Paka, el gato. Después creó a Tembo Kidogo, el elefante pequeño, y a Tembo Mkubua, el elefante grande.
Tembo Mkubua era un soberbio animal de tres metros de alto que se alimentaba, bebía y respiraba gracias a una larga trompa. Dos grandes defensas de marfil le permitían defenderse.
Tembo Mkubua era respetado por todos y no tenía miedo ni de las aceradas garras de Simba. Tembo Kidogo, sin embargo, se lamentaba sin cesar de su desmesurada trompa, de su larga cola y de sus grandes y pesadas orejas.
Un día, Tembo Kidogo subió a la cima de la montaña sagrada Oldoinyo Lengai para ver a Enkai. Como era muy pequeño, tuvo grandes dificultades para trepar hasta el trono de Enkai.
-¿Qué sucede, Tembo Kidogo? -tronó Enkai-. ¡No te oigo más que quejarte!
-Esta trompa tan larga me molesta, Enkai, pues soy demasiado pequeño y me pesa mucho. Mis orejas son también demasiado grandes y me cuesta llevarlas -gimió Tembo Kidogo.
-Te he dado la misma fuerza que a Tembo Mkubua, pero a ti te he hecho más pequeño y más rápido -respondió Enkai-. Tienes las orejas grandes, es cierto, pero gracias a su consistencia y movilidad podrás tener menos calor cuando el sol esté en lo más alto. Te he dado una vista mucho más aguda que la de Kanzu, la cebra, y un olfato más fino que el de Ng'aa, el guepardo.
-Entonces haz de mí un elefante grande para que no tema ni a Simba ni a Ng'aa y para que no me moleste tanto la trompa -imploró el pequeño elefante.
-Tú eres Tembo Kidogo -se molestó Enkai, y no puedo hacer que seas Tembo Mkubua. Espera con paciencia a que pasen varias estaciones de lluvias y comprobarás que serás mucho más hábil con tu trompa y que tus defensas serán la admiración de todos. Tendrás la fuerza de Tembo Mkubua y la gracia de Kadjabu.
Muy contrariado, Tembo Kidogo bajó de la montaña sagrada Oldoinyo Lengai y volvió a la sabana.
Pasaron dos nuevas estaciones de lluvias. Tembo Kidogo utilizaba mejor su trompa. Todos los animales le felicitaron por sus hermosas defensas de marfil y el calor del sol le resultaba más soportable gracias a sus grandes orejas. Pero Tembo Kidogo era pequeño y seguía queriendo tener la fuerza de Tembo Mkubua.
Volvió a ver a Enkai, que estaba sobre su trono de oro en la cima de la montaña sagrada Oldoinyo Lengai.
-¿Qué quieres, Tembo Kidogo? -le preguntó Enkai.
-Quiero ser más grande. Grande como Tembo Mkubua -respondió el pequeño animal.
-¿Acaso no ha sucedido lo que te había anunciado? -inquirió Enkai.
-Sí -respondió Tembo Kidogo, manejo mejor la trompa aunque todavía sea muy pesada para mí. Mis defensas de marfil son hermosas y me protegen de las garras de Simba y de Ng'aa. Soporto bien el peso de mis orejas y mi pequeño tamaño me permite correr con rapidez.
-Entonces ¿qué quieres?
-Quiero ser grande como Tembo Mkubua. Suplico tu magnani-midad -murmuró Tembo Kidogo bajando la cabeza.
-¡¡¡No puedes implorar de mi bondad ser más fuerte sólo por pura vanidad!!! -tronó Enkai.
Por haber tenido la osadía de pedirme ser quien no eres, ya no serás Tembo Kidogo.
En su cólera, el Dios creador hizo que le desaparecieran de Tembo Kidogo su trompa, su cola, sus defensas y sus orejas.
-¿Y ahora qué voy a ser? -gimió la pequeña criatura.  ¿Qué soy?
-Te he dado garras para que puedas agarrarte a los salientes de las paredes rocosas. Seguirás teniendo la misma agudeza de oído y de olfato, lo que te permitirá distinguir el peligro desde lejos. Tendrás siempre una vista muy penetrante y, además, le doy a tus ojos una tercera membrana para que puedas mirar de frente al sol y así prevenir el ataque del águila, que caza cuando el sol de la mañana aún está bajo. Ya no eres Tembo Kidogo pues jamás te conformarías con no ser Tembo Mkubua. Ahora eres un damán y no pretendas ser jamás otra cosa. Entra en una nueva vida y míralo todo con ojos nuevos. Solamente así podrás renacer.

Dos tipos de elefantes
En África existen dos tipos de elefantes: el elefante de la selva y el elefante de la sabana. Éste es el más grande de los dos y puede medir hasta cuatro metros de altura. Posee cuatro uñas en las patas anteriores y tres en las posteriores. A pesar de ser de menor tamaño, el elefante de la selva tiene una uña más en cada pata. Las hembras son más pequeñas pero, aun así, pesan entre dos y tres toneladas.

Fuente: Anne W. Faraggi

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