Ore nabo olong, tenkiterunoto, neitubiru
enkai ing'wesi osero, neitayu isapukin onkunyinyi...
Un día,
en los comienzos del mundo, Enkai creó a los animales de la sabana. De cada
especie creó dos modelos: uno grande y otro pequeño.
Creó a
Nyoka Mkubua, la serpiente grande, y a Nyoka Kidogo, la serpiente pequeña. Creó
a Swala Pala, el impala, y a Kadjabu, el pequeño antílope, apenas más alto que
un helecho. Creó a Simba, el león, y a Paka, el gato. Después creó a Tembo
Kidogo, el elefante pequeño, y a Tembo Mkubua, el elefante grande.
Tembo
Mkubua era un soberbio animal de tres metros de alto que se alimentaba, bebía y
respiraba gracias a una larga trompa. Dos grandes defensas de marfil le
permitían defenderse.
Tembo
Mkubua era respetado por todos y no tenía miedo ni de las aceradas garras de
Simba. Tembo Kidogo, sin embargo, se lamentaba sin cesar de su desmesurada
trompa, de su larga cola y de sus grandes y pesadas orejas.
Un día,
Tembo Kidogo subió a la cima de la montaña sagrada Oldoinyo Lengai para ver a
Enkai. Como era muy pequeño, tuvo grandes dificultades para trepar hasta el
trono de Enkai.
-¿Qué
sucede, Tembo Kidogo? -tronó Enkai-. ¡No te oigo más que quejarte!
-Esta
trompa tan larga me molesta, Enkai, pues soy demasiado pequeño y me pesa mucho.
Mis orejas son también demasiado grandes y me cuesta llevarlas -gimió Tembo
Kidogo.
-Te he
dado la misma fuerza que a Tembo Mkubua, pero a ti te he hecho más pequeño y
más rápido -respondió Enkai-. Tienes las orejas grandes, es cierto, pero
gracias a su consistencia y movilidad podrás tener menos calor cuando el sol
esté en lo más alto. Te he dado una vista mucho más aguda que la de Kanzu, la
cebra, y un olfato más fino que el de Ng'aa, el guepardo.
-Entonces
haz de mí un elefante grande para que no tema ni a Simba ni a Ng'aa y para que
no me moleste tanto la trompa -imploró el pequeño elefante.
-Tú eres
Tembo Kidogo -se molestó Enkai, y no puedo hacer que seas Tembo Mkubua. Espera
con paciencia a que pasen varias estaciones de lluvias y comprobarás que serás
mucho más hábil con tu trompa y que tus defensas serán la admiración de todos.
Tendrás la fuerza de Tembo Mkubua y la gracia de Kadjabu.
Muy
contrariado, Tembo Kidogo bajó de la montaña sagrada Oldoinyo Lengai y volvió a
la sabana.
Pasaron
dos nuevas estaciones de lluvias. Tembo Kidogo utilizaba mejor su trompa. Todos
los animales le felicitaron por sus hermosas defensas de marfil y el calor del
sol le resultaba más soportable gracias a sus grandes orejas. Pero Tembo Kidogo
era pequeño y seguía queriendo tener la fuerza de Tembo Mkubua.
Volvió a
ver a Enkai, que estaba sobre su trono de oro en la cima de la montaña sagrada
Oldoinyo Lengai.
-¿Qué
quieres, Tembo Kidogo? -le preguntó Enkai.
-Quiero
ser más grande. Grande como Tembo Mkubua -respondió el pequeño animal.
-¿Acaso
no ha sucedido lo que te había anunciado? -inquirió Enkai.
-Sí
-respondió Tembo Kidogo, manejo mejor la trompa aunque todavía sea muy pesada
para mí. Mis defensas de marfil son hermosas y me protegen de las garras de
Simba y de Ng'aa. Soporto bien el peso de mis orejas y mi pequeño tamaño me
permite correr con rapidez.
-Entonces
¿qué quieres?
-Quiero
ser grande como Tembo Mkubua. Suplico tu magnani-midad -murmuró Tembo Kidogo
bajando la cabeza.
-¡¡¡No
puedes implorar de mi bondad ser más fuerte sólo por pura vanidad!!! -tronó
Enkai.
Por
haber tenido la osadía de pedirme ser quien no eres, ya no serás Tembo Kidogo.
En su
cólera, el Dios creador hizo que le desaparecieran de Tembo Kidogo su trompa, su
cola, sus defensas y sus orejas.
-¿Y
ahora qué voy a ser? -gimió la pequeña criatura. ¿Qué soy?
-Te he
dado garras para que puedas agarrarte a los salientes de las paredes rocosas.
Seguirás teniendo la misma agudeza de oído y de olfato, lo que te permitirá
distinguir el peligro desde lejos. Tendrás siempre una vista muy penetrante y,
además, le doy a tus ojos una tercera membrana para que puedas mirar de frente
al sol y así prevenir el ataque del águila, que caza cuando el sol de la mañana
aún está bajo. Ya no eres Tembo Kidogo pues jamás te conformarías con no ser
Tembo Mkubua. Ahora eres un damán y no pretendas ser jamás otra cosa. Entra en
una nueva vida y míralo todo con ojos nuevos. Solamente así podrás renacer.
Dos tipos de elefantes
En
África existen dos tipos de elefantes: el elefante de la selva y el elefante de
la sabana. Éste es el más grande de los dos y puede medir hasta cuatro metros
de altura. Posee cuatro uñas en las patas anteriores y tres en las posteriores.
A pesar de ser de menor tamaño, el elefante de la selva tiene una uña más en
cada pata. Las hembras son más pequeñas pero, aun así, pesan entre dos y tres
toneladas.
Fuente: Anne W. Faraggi
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