Cierto tiempo después del trágico final de las
brujas, los hombres comenzaron a cuestionarse la manera en que trataban a las
niñas sobre-vivientes. Pensaron en una estrategia para mantenerlas bajo su
dominio y así evitar posibles actos de hechicería y enfermedades que podrían
generar cuando fuesen adultas con los conocimientos potencialmente adquiridos.
Los hombres tomaron a las niñas no iniciadas y se
fueron por el este, sitio de Temaukel (dios creador del todo); siguieron hacia
el norte donde recogieron a la muerte y regresaron por el sur. Ya los hoowin
estaban convertidos: shenu (viento); hosh (nieve); kox (mar);
chalu (lluvia); animales como tantan (canario); telil (flamenco); sheif (búho) y
keya¡shk (cormorán) y los selk'nam, que ya eran los seres humanos, los
seres del tiempo.
Arribaron a la idea del secreto: una reunión
masculina donde tuvieran el poder de excluirlas. Organizarían encuentros con
espíritus que se manifesta-rían en sus cuerpos, odiarían a las mujeres, y
favorecerían siempre a los hombres.
Así nació el hain: exclusiva reunión
masculina en la que los jóvenes de 14
a 16 años eran admitidos recién después de un período de
prueba que superaba los dos años, llamado kloketen.
El hain tenía siete grandes partes de
troncos: cuatro ritualmente poderosos, correspondientes a los puntos
cardinales; tres menos relevantes representantes de los pueblos vecinos:
yámanas del sur; los alacalufes y
los haush del sudeste.
Mucho tiempo atrás, en uno de los hain nuevos,
existía una grieta de profundidad incalculable. Quien intentara cruzarla caía
indefectiblemente en su interior y desaparecía. En las últimas épocas la fisura
imaginaria mantenía su función de abismo, y todo hombre inadvertido que la
atravesaba era arrojado el fuego.
La mayoría de los hombres ingresaban al sitio de
reunión exclusivo, por ambos lados.
Cuando no había encuentro formal podían salir en
toda orden porque las reglas se suspendían, hasta el sentido del abismo. El
hain se despojaba,de sus funciones simbólicas y se convertía en vivienda para
solteros.
La reunión se iniciaba con cierta solemnidad que se
iba apaciguando hasta alcanzar el tono informal de una charla. Uno de los
objetivos del encuentro era determinar las aptitudes de los presentes para personificar
a los seres sobrenaturales.
Durante el desarrollo del encuentro, los hombres se
expresaban de manera repentina entre llantos y gemidos de dolor, profiriendo
sonidos desconocidos por el habla humana. Unos pocos se provocaban heridas en
el pecho o en los brazos, y hasta en el rostro. Se lastimaban la nariz con
elementos punzantes hasta hacer brotar la sangre. Representaban las luchas por
la defensa del hain.
048. anonimo (ona)
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