En la era de los hoowin, las mujeres
dominaban a los hombres, que cazaban y proveían lo necesario, pero además eran
obligados a atender a los niños, cargar y hacer la vivienda desmontable,
recoger agua, preparar fuego y comida. Esto respondía a la alianza que tenían
con los dioses, origen del poder.
Cuando ellas organizaban una reunión para iniciar a
las jóvenes, los hombres desde lejos observaban a los dioses que salían de los
bosques, descendían del cielo o emergían de la tierra. De esta manera se
renovaba la alianza entre las partes y los hombres mantenían su sumisión.
En aquellos tiempos, solo las mujeres practicaban la
brujería y presidían la reunión prohibida para los hombres. En ese contexto
enseñaban sus habilidades a las jóvenes mujeres, transmitiéndoles la facultad
de causar la muerte por dolencia.
Su autoridad provocaba temor en los hombres quienes,
aunque fuertes, eran incapaces de combatir la brujería y las enfermedades. En
una ocasión, kren (sol) pasó cerca de la gran cabaña y descubrió a dos
mujeres que se estaban disfrazando de dioses entre risas y carcajadas. Informó
a los demás y una vez comprobado el hecho se inició la matanza. Unidos, armados
y decididos, acabaron con todas las brujas.
Una joven muy astuta logró escapar de la furia
masculina y saltó a una elevada cascada, la Oklohl Warren , y se
transformó en el pato de la cascada: pequeño, rápido y brillante. Otra, grande
y enérgica, fue hacia la playa y escondió a sus hijas bajo su manto. Seguras,
llegaron al mar donde se convirtieron en patos tarri alahksh.
Solo se salvó kre (luna), la más sabia de las
mujeres y la más poderosa de las xohon uhante (shamán de alto rango)
pero no escapó al martirio de su pareja el sol. Kren la arrojó sin piedad a las
brasas provocándole quemaduras en la cara ‑que aún mantiene‑, pero después ella
huyó. Corrió hacia la montaña Aklek‑Go-Oiyin y brincó desde la cima.
Continuó su vida eternamente acechada por el sol.
048. anonimo (ona)
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