La montaña de Alaró, con las ruinas de su
castillo roquero y el pequeño oratorio de la Virgen del Refugio en su cima, se separa del
vecino Puig de l'Alcadena por una profunda escotadura, formando una figura
paisajística que acompaña durante un buen trecho al viajero que se desplaza
desde Palma hacia el centro de la
Isla , por la carretera de Inca.
Pese a estar tan cerca una de otra, la montaña
de l'Alcadena aparece solamente en la leyenda como soporte de los hilos de seda
con que las brujas unían las dos cimas organizando, las noches de cada sábado,
unos infernales aquelarres, suspendidas sobre el barranco y recortando su
huesudas siluetas en el fondo blanco de la luna, sin caerse jamás de sus
sedosos trapecios.
Son las piedras viejas del castillo y la
presencia de la humilde capilla, las que inspiraron la leyenda que protagonizó
en su día Fonoll, el jefe moro del
alcazar según unos o un alaroner
amigo de arriesgadas y peligrosas apuestas, según otros.
No era posible resistir por más tiempo el
hambre y el frío que el implacable sitio de los cristianos ocasionaba en la
desmoralizada guarnición del castillo. Ya toda Mallorca se había rendido a las
armas del Conquistador y Fonoll y los
suyos empezaron a considerar seriamente la idea de la huída. El problema estaba
en cómo hacerlo porque no había más que dos salidas: el barranco o la puerta,
donde esperaban las afiladas lanzas de los sitiadores que, a lo que parecía, no
iban a mostrarse demasiado complacientes con los obstinados moros.
Fonoll optó por
el barranco, ideando un curioso sistema para amortiguar el imponente batacazo
que le esperaba. Mandó a todos sus hombres que metieran las cabezas en unas
grandes tinajas de barro y, haciendo él lo propio, ordenó a uno de ellos que se
lanzara al vacío encargándole que, al llegar al fondo, comunicara a voces a los
de arriba el resultado del experi-mento. Como es lógico, tinaja y moro se
hicieron pedazos contra el suelo y quien respondió a los gritos de Fonoll fue un pastorcillo que se
encontraba por aquél lugar y que, haciéndose pasar por el malogrado árabe,
animó a los restantes a emprender el original descenso.
Uno a uno, con Fonoll a la cabeza, fueron estrellándose los moros ante los
divertidos ojos del pastor que resultó ser, de esta manera, el auténtico
ganador del castillo.
En términos más o menos parecidos cuentan esta
leyenda las gentes de Felanitx. Fonoll
de Alaró es también Fonoll en el
castillo de Santueri, sólo que aquí la historia toma tinte más folklórico y
ameno pues los sitiadores) en vez de cansarse lanzando ataques contra la
fortaleza, organizaron a su pie nada menos que unos bailes de boleros,
distracción favorita de los moros (¿...? ) que los seguían embelesados desde lo
alto de las almenas. Entre tanto, los astutos sitiadores se colaron en el
castillo sorpendiendo a sus enemigos que, como mal menor, optaron por probar
fortuna con el descenso en tinaja por el profundo barranco. Es una explicación
convincente del hecho, aseguran, la cantidad de restos de cerámica troceada que
han ido apareiendo al pié de la rocosa pared de Santueri.
Otro Fonoll,
muy distinto del ingenioso cabecilla moro, era aquel alaroner que, según la leyenda, cruzó una fuerte apuesta con un
amigo sobre quién de los dos aguantaría más tiempo en una acrobática postura,
al borde mismo del barranco. Aguantó largo rato el amigo hasta, que, cansado al
fin, cedió la plaza Fonoll que, al
cabo de un tiempo y por lo que se iba viendo, llevaba trazas de ser el ganador
de la porfía. Fastidiado el otro al ver que perdía sin remedio, propinó un
empujón a Fonoll lanzándole a una
muerte segura en el fondo del precipicio.
Así cuentan que sucedió y así lo perpetúa aún
la coplilla popular, dirigida a la
Virgen del Refugio, como pidiéndole explicaciones de por qué
no le echó una mano al pobre Fonoll
cuando fue tan injusta-mente despeñado:
Mare de Déu
d'es Refugi:
Ell no el
sabúzu emparar
a En Fonoll
quand va caure
p'es penyal
de s'Orengar?
Allí mismo, el lugar conocido como es salt d'en Fonoll, parece ser un
testimonio secular de alguna de estas historias.
Fuentes:
Luis Ripoll: Primeras letras mallorquinas.
Pedro Xamena Fiol, Pbro.
092. anonimo (
balear-mallorca-alaró)
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